Un banquero de inversión es, ante todo, un posibilista. No pretende la justicia, porque eso supone cambiar la realidad y enfrentarse a ella. Lo que pretende es la eficacia, es decir, adaptarse a la realidad en su propio beneficio. 

Mario Draghi no es ni de derechas ni de izquierdas, es un banquero de inversión y adora eso, la eficiencia. Nunca construirá ni regenerará Europa, tampoco lo pretende. 

Draghi es católico pero, para él, esa condición es privada, nada que ver con la política y corre paralela a la llamada vida real. Por eso, se puede esperar de él honradez, pero no generosidad, austeridad, pero no justicia social. 

¿Es mucho? Sí, pero también es poco, es incoherencia.

¿Qué les importa a los mercados la crisis italiana? Parece que la política económica no, sólo la estabilidad de los gobiernos. O sea, el cementerio

Su salida ha puesto nerviosos a los mercados pero no está claro si por el hecho de que se dispare la prima de riesgo, por amor a su política económica, o por la desestabilización en sí, pues casi fuerza al presidente Sergio Mattarella a convocar elecciones.

Con la marcha de Draghi, la tecnocracia pierde un cargo, la coherencia otro. 

Cae Johnson, cae Draghi, pero Sánchez no cae. Se impone el socialismo en Europa... y la incoherencia, porque Sánchez se alía con quien sea menester con tal de mantenerse en el cargo.

¿Qué les importa a los mercados la crisis italiana? Parece que la política económica no, sólo la estabilidad de los gobiernos. O sea, el cementerio.