Sr. Director:

Un Dios bueno creador del mundo invisible, del espíritu y del alma; otro, creador de la materia, del cuerpo y del mal. El alma buena pero impura unida al cuerpo deberá expiar y la tierra será un lugar de castigo, un infierno poblado de condenados. Las almas podrán incluso migrar a los cuerpos de los animales por lo que se hace obligatorio el vegetarianismo: matar a un animal para comerlo es tan grave como matar a un hombre.

En las relaciones matrimoniales (el matrimonio como tal es como un mal), lo importante es no generar una nueva vida equivalente a prolongar la desgracia de la humanidad doliente, por lo que el aborto es vivamente recomendable. E incluso se ve con buenos ojos el suicidio: ¡Para qué más sufrir! Pero sufriendo la muerte por hambre, se abre la puerta al Consolador. Se hace, por tanto, necesario destruir la familia, suprimir cualquier juramento o promesa de fidelidad: familiar, civil o religiosa, equivalente a la eliminación del orden social, del estado y de la Iglesia. Esto es nada más que una síntesis de varias páginas donde se desarrolla tal programa de vida. Pudiera parecer el programa propuesto por la nueva progresía, al que apenas le falta algún que otro detalle. Pero hete aquí que esta supuesta y avanzada modernidad no le ha producido ningún quebradero de cabeza a persona alguna actual, tiene ya ocho siglos de existencia: Era el catarismo extremista existente en Centroeuropa allá por los siglos XII - XIII.

Lo que les importa ahora es destruir, arrasar para asentar el nuevo orden mundial. Ya se advierte que los ideólogos que proyectan la sociedad del futuro apenas tienen dos dedos de frente para pensar honradamente en un tiempo presente y venidero lleno de paz, orden y equilibrio en la vida personal, familiar, social, económica y política, donde los egoísmos, (equivalente a inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás) se transformen en un heroísmo cotidiano en favor de toda la humanidad