Sr. Director: Después de las últimas conversaciones entre los líderes políticos, parece, a todas luces, que lo único que de verdad interesa al líder socialista es que Mariano Rajoy se presente al debate de investidura para darse el placer de contemplar el supuesto fracaso del candidato, y vengarse así de su propio y fallido intento de ser investido el pasado mes de marzo. Puede que esto sea comprensible, desde una perspectiva de juego sucio personal. Pero es absolutamente incomprensible e indignante que el principal partido de la oposición, al menos de momento, rechace no solo participar en un gobierno de coalición, sino negociar siquiera un programa que permitiría un cambio radical en la forma de hacer política y de gobernar el país. No es verdad, por lo tanto, que la actual dirección del PSOE no quiera unas nuevas elecciones, cuando tiene todas las papeletas para evitarlas y, sobre todo, para acabar de una vez con la decadente confrontación izquierda-derecha. La pena es que nunca como ahora, desde la aprobación de la Constitución, se ha dado una ocasión más clara y decisiva para buscar conjuntamente el bien común para el país y para sus conciudadanos. Pedro García