Sr. Director:

La aceptación social del ancestral delito de matar a los hijos dentro del seno materno, denota la preocupante deriva que en temas fundamentales padecemos. 

Lo que fue aprobado como excepción en graves y singulares casos, se convirtió en la espita que abrió la normalización de un acto esencialmente inhumano que ahora pretende elevarse a nuevo derecho de la mujer, pese a su aplicación selectiva en muchos países para impedir el nacimiento de millones de niñas.

Un derecho a matar reivindicado no solo desde un rabioso feminismo de izquierda, sino también desde amplios ámbitos del centro y la derecha, porque declararse abortista garantiza ser homologado como progresista, y porque además cuenta con el apoyo de poderosos e influyentes lobbys ultramillonarios. Esto explica el interés por considerar hoy cerrado cualquier debate sobre el aborto que no sea el de su conversión en un nuevo derecho humano. Pese a todo, aún quedan posiciones de resistencia...

Como la campaña lanzada por la Asociación Católica de Propagandistas defendiendo el derecho a rezar cerca de los «abortorios» y a informar sobre soluciones de vida a las mujeres que acuden a ellos. Actividades que pretende penalizar nuestro actual Gobierno «de progreso»... hacia la muerte de los seres humanos más indefensos.