A veces uno piensa que no está en el mundo real y que todo es un sueño.
Los acontecimientos que suceden a diario parecen que son escenas de alguna película grotesca que debía estar prohibida para menores: las acciones criminales sin sentido ni justificación de terroristas sin escrúpulos, las sustracciones y malversaciones de fondos públicos destinados a personas en paro o a atenciones sociales, por parte de regidores y políticos que debían ser nuestros ejemplos y modelos de vida, la creación de leyes para legalizar el asesinato de los no nacidos, el adoctrinamiento de los más jóvenes para conducirlos a una determinada ideología política, la equiparación de una unión de dos personas del mismo sexo a un matrimonio, degradando con ello a la familia, la sumisión de algunas cadenas de televisión a ciertas ideologías políticas, para arrimar el ascua a su sardina, etc.
Pero si bien esos hechos que describo son realizados por personas determinadas irresponsables y perversas, lo que resulta increíble desde todo punto de vista, es que el sábado pasado decenas de miles de personas salieran a la calle a aclamar y vitorear a unos señores que dicen que quieren una España como Cuba, Irán, Venezuela, Bolivia, y otros de ese estilo. Pero, ¿se han vuelto locos? ¿Es coherente que en nuestra Patria se tenga envidia de esas que ellos pretenden imitar?
La raíz de ello está en el desencanto de muchos españoles para con nuestros "malos" gobernantes. El señor Rajoy y su gobierno, no solo fueron incapaces de solucionar el grave problema del paro en nuestro País, sino que se negaron a cumplir su promesa electoral de legislar a favor de la vida y de la familia, derogando las leyes de sus predecesores y dando nuevo nombre y sentido al gaynomio.
La ominosa legislación de Zapatero, ha sido asumida como propia por nuestro actual gobierno. Esto decepcionó al pueblo, que se agarra a un clavo ardiendo y se cree hasta lo que dicen tres charlatanes de feria.
Pablo D. Escolar