Sr. Director:
Sánchez nunca ha tenido la autoridad en el Partido Socialista. Ha detentado y detenta el poder. Aquella distinción que hacía la Roma clásica entre auctoritas y potestas, es lo más adecuado para analizar su situación. Tiene el poder y hasta la fuerza del poder con el que hace y deshace a su antojo, pero la categoría moral, el prestigio y el reconocimiento que da la autoridad, no. Ha sido y sigue siendo constantemente cuestionado por sus compañeros. Tener el B.O.E, es fundamental para cualquiera que quiera conservar el poder a toda costa, pero con el B.O.E no basta, para liderar una formación de la categoría del PSOE. La menor fisura en la fuerza que ahora maneja, puede hacerle salir (ya ocurrió) de Ferraz con los pies políticos por delante.
Los apoyos penden de un hilo y, salvo la guardia pretoriana y algunos miembros del Gobierno, Sánchez cuenta con adhesiones muy débiles tanto en cuanto dependen de un sueldo y cuando las posibilidades de esos sueldos se esfumen… Su autoridad ideológica, moral y hasta política, dentro del socialismo, es escasita y está en franco declive.
Y, en esta situación, lo que es bueno para Pedro Sánchez es malo para el Partido Socialista.