Por que ya habéis recibido vuestra recompensa. Esta frase de Cristo en las Bienaventuranzas, choca frontalmente con ¡Bienaventurados los pobres de espíritu por que de ellos es el Reino de los Cielos! Estamos viviendo en una sociedad materialista y por tanto no se entiende el significado de estas dos frases. Pero podíamos preguntarnos: ¿Son más felices los que poseen muchos bienes materiales? Puede ser que sí, hay muchos reyes que son santos según celebra la Iglesia Católica, pero son excepciones; Cristo condena a los que el mundo llama bienaventurados a los que abundan en riquezas y honores, que viven regocijadamente. Sin embargo los pobres en el espíritu son los que tienen el corazón desasido de las riquezas; hacen buen uso de ellas, si las poseen y no ansían bienes materiales. A mi me gusta relatar experiencias que he vivido. Nací en 1936 recién estallada la guerra civil. En mi niñez y juventud pasamos no solamente yo, todos, por una pobreza absoluta. En Noja, localidad cántabra ahora destino de veraneo, me crie; se carecía de lo más esencial, no había Seguridad Social, ni pagas extraordinarias, ni sanatorios públicos, no había nada de nada. Sin embargo los habitantes del pueblo que vivían en aquella extremada pobreza, eran más alegres, más felices, más humanos, más fraternos que ahora que poseemos tantos bienes materiales. No se habla nada más que de los pobres materiales, veo en la TV de la Iglesia reportajes de la pobreza en la cual viven muchos habitantes, pero me da la sensación de que esos pobres materiales, son más humanos, más fraternos, más felices que los que vivimos en la opulencia. Lo que pretendo resaltar en este escrito es que la Iglesia Católica no hable tanto de los pobres, sino de los ricos que los oprimen y esclavizan, pues si se convierten verán en esos pobres a hermanos suyos y los ayudarán. Esa es la labor fundamental de la Iglesia, los más preferidos de Cristo son los pecadores, por eso le criticaban, pero el dijo, no he venido a salvar a los justos sino a los pecadores. Por no alargarme quiero terminar con la conversión de Zaqueo, rico y recaudador de impuestos. Llegaba Cristo y como era bajo de estatura se subió a un árbol para verlo. Al llegar a esa altura, Cristo se detuvo y dijo a Zaqueo: Baja que hoy quiero hospedarme en tu casa. Zaqueo bajo presuroso y feliz y Cristo le dijo, hoy ha llegado la salvación a tu casa. Zaqueo repartió sus riquezas con los pobres y así se realizó en él la bienaventuranza: Dichosos los pobres de espíritu. Y podemos concluir con el rico Epulón y el pobre Lázaro, Lázaro fue al cielo y Epulón al infierno.