Sr. Director:

Soy anciano, nací en 1936 y escribo experiencias que he vivido, no son fábulas ni objeto de una mente calenturienta. La guerra civil española, fue un intento para destruir la Nación Católica más emblemática. Como Satanás perdió la guerra, cambio de táctica, con la violencia hizo mártires, y de lo que se trataba, para destruir a España, era crear apóstatas.

Para destruir la España Cristiana había que comenzar por la Iglesia Católica. Este plan estaba minuciosamente preparado desde hace tiempo. En la década de los años sesenta, se desató en la Iglesia Católica una crisis que descompuso por completo a la Iglesia, los nuevos progresistas barrieron todo signo religioso y sagrado, la Iglesia quedó dividida y los fieles desconcertados y dolidos viendo aquella caótica situación, abandonaron la Iglesia. El primer punto para destruir la España cristiana estaba dado. Faltaba el orden político y a la muerte de Franco, se estableció una Constitución laica, apoyada por aquellos progresistas eclesiásticos.

Un detalle que muchos desconocerán: el Rey emérito le dijo a Adolfo Suárez, que si quería ser Presidente de España tenía que dejar el Opus Dei. Queda bien claro que existía una confabulación para destruir la Religión de España y hacerla una nación laica, sin Dios. El objetivo tuvo éxito : La Iglesia Está desacralizada y mundanizada, lo sagrado, la Divina Eucaristía, anda de mano en mano, totalmente desacralizada.

En cuanto al orden político, ya no sabes si sufres una pesadilla, pues la realidad supera a la ficción. Y en esta situación estamos. A los jóvenes los engañan a base de mentiras para ser ellos los buenos y los que nos libraron de una “dictadura inhumana”. ¿Tiene esto arreglo? Sin duda alguna, y el primer paso lo tiene que dar la Iglesia Católica: pedir perdón y restablecer lo divino y lo sagrado, pues solamente las manos consagradas el sacerdote, pueden tocar la Divina Eucaristía, que es la VIDA de la Iglesia; y si hacen esto, muchos que se marcharon de esta Iglesia mundana y desacralizada, volverían y como consecuencia se establecería un orden social en el cual habría paz, pues las leyes serían conformes con la Ley Natural y los Mandamientos de la Ley de Dios.