Sr. Director: Colocar al hombre en el centro de una economía de todos y para todos es un gran desafío. Por eso el Papa, retomando lo que con claridad expresó en "La alegría del Evangelio", ha dicho a más de siete mil empresarios de toda Italia, sin rodeos, que para crecer verdaderamente es necesario que el bien común sea la brújula que oriente la actividad productiva.   Eso supone que la simple proclamación de la libertad económica no prevalezca sobre la concreta libertad del hombre y sobre sus derechos, y que el mercado no se convierta en un absoluto, sino que honre las exigencias de la justicia y de la dignidad de la persona. Porque no hay libertad sin justicia y no hay justicia sin el respeto a la dignidad de cada uno. Domingo Martínez