Sr. Director: Nuestra apreciada anciana, la alcaldesa de Madrid, se encuentra descansando. La enorme cantidad de disparates que surgen de su mente, produce un gran cansancio y hay que tomar vacaciones para reponerse, cargar las pilas y volver con nuevas energías a su puesto de "disparatera mayor". Tiene controlada la ciudad desde su lugar de veraneo, en la que la suciedad e inmundicia campan a sus anchas, como es de rigor y como ocurre en las ciudades en las que gobiernan politicuchos como ella, apoyados por el PSOE o partidos políticos similares. Claro, ¿cómo no van a estar así las calles, si los universitarios no quisieron ponerse a barrerlas, las madres dijeron que no a limpiar los colegios, y los niños se negaron a recoger colillas? Pero no te preocupes, querido lector, pues cuando se aproximen las siguientes elecciones municipales, se habilitarán presupuestos especiales y nuestras calzadas, nuestras aceras y los alrededores de los contenedores, brillarán de limpieza hasta dañarnos la vista. Incluso es posible que haga trabajar a sus admirados okupas para conseguir esa pulcritud e intentar convencernos de que esos transgresores son personas maravillosas. Es su estado natural para los populistas, la suciedad, no solo la material, sino también la inmaterial y psíquica. Su mayor empeño está en destruir los valores morales de la sociedad, acomodando toda su actuación al radicalismo de sus ideas, enturbiando la mente de los niños, aniquilando la Fe y las buenas costumbres de la colectividad y tratando de que nademos sobre aguas sucias y hediondas. Incluso se doblegan a las directrices que les exigen ciertos lobbys de presión y mucho poder, como el LGBTI, con los que comparten ideas y son muy afines, pues les importamos tan poco los ciudadanos que nos ofenden, nos humillan y pisotean nuestros derechos humanos y sociales. Mientras tanto, en el Ayuntamiento siguen gobernando delincuentes y corruptos, como la indomable niña pija Rita Maestre, condenada por los jueces, pero protegida por Carmena. Pablo D.