Sr. Director:
La resiliencia puede aprenderse. Para ello es aconsejable cultivar una competencia de la inteligencia emocional llamada “autorregulación de las emociones”. Cuando se produce un comportamiento ajeno que nos molesta, en vez de “explotar” hay que crear un “diálogo interior constructivo” basado en la reflexión. Por ejemplo: “reconozco que soy muy susceptible; esa persona no me quiso molestar. En vez de enfadarme voy a ser especialmente amable con ella”.
Entre los recursos más recomendados por los expertos en resiliencia, están los siguientes:
Valorarse de manera realista y viendo el lado positivo de cada situación. Las personas resilientes son conscientes de que la mayoría de las crisis son pasajeras;
Plantearse metas razonables que no excedan de la propia capacidad;
Ser proactivo. Los problemas no se resuelven solos; las personas resilientes lo saben y por eso afrontan las dificultades, en vez de esconder la cabeza debajo del ala.
Concluyo destacando que la resiliencia no se basa solo en habilidades. Es, además y sobre todo, la entereza más allá de la resistencia; es una cualidad que posibilita afrontar las adversidades con confianza, serenidad, fortaleza y esperanza.