Sr. Director:
La experiencia de Holanda con leyes de eutanasia desde hace décadas muestra que una vez que el genio está fuera de la botella no es posible meterlo de nuevo. Los casos registrados, supuestamente autónomos, aumentan año tras año, y difícilmente se llega a saber si otros han precipitado la muerte del anciano o del enfermo grave. Entre otras razones porque no somos ángeles y a veces los actos están contaminados por intereses inconfesables. Y también es conocida la huida de su país a Alemania para no ser sometidos a esa “muerte tan digna”.
En definitiva, el empeño por implantar la ley de eutanasia supone una manipulación de la opinión pública, y frenar los del desarrollo de los cuidados paliativos tanto en la sanidad pública como en la privada, que tan eficaces se demuestran. Y entre ellos está la atención familiar, médica y de voluntarios que acompañan a personas sin rebajar su dignidad, favorecen un mejor sentido de humanidad, y tantas veces ofrecen una atención espiritual, que facilita encontrar el sentido pleno de una etapa terminal de la vida.