Sr. Director: En una época tan celosa de los derechos es curioso que se ponga en cuestión uno tan básico como el derecho a no intervenir en actos contrarios a las convicciones éticas personales. A menudo, los cambios legislativos en asuntos de familia, matrimonio, eutanasia, maternidad.., apelan a la autonomía individual, la libertad de conciencia, el respeto al pluralismo ideológico, la tolerancia. Sin embargo, a medida que se establece una nueva escala de valores, la resistencia del que no quiere sumarse a ellos perturba a la nueva ortodoxia. Canadá: ¿médicos obligados? En Canadá la cuestión está planteada con motivo de la ley sobre el llamado "suicidio asistido". El año pasado el Tribunal Supremo canadiense declaró inconstitucional la prohibición del suicidio asistido (cfr. Aceprensa, 17-02-2015). Los jueces dieron al gobierno un año de plazo para regular esa práctica, y ahora el gobierno del liberal Justin Trudeaú ha presentado su proyecto de ley para reconocer "la prestación de la ayuda médica a morir". Como siempre ocurre, las palabras no son inocuas, y el título parece sugerir que hasta ahora los moribundos carecían de ayuda médica. La novedad es más bien que la ley permitirá que el médico provoque la muerte, en principio a petición del paciente, aunque la experiencia de otros países como Holanda y Bélgica muestra que cada vez en más casos la eutanasia se aplica a enfermos que no están en condiciones de solicitarla. Sea o no voluntaria, lo que no queda claro es si los médicos se verán obligados a intervenir en esta práctica. El proyecto de ley dice que correrá a cargo de los médicos, pero no habla para nada de la objeción de conciencia del personal sanitario. La autonomía del paciente está garantizada, pero la del profesional es silenciada. Jesús D.