Sr. Director:
Las autoridades educativas francesas acaban de publicar una Guía sobre la prevención de conductas peligrosas en los centros educativos.
Los dos temas más preocupantes son la crisis de disciplina en los colegios y el déficit en lectura y lengua.
La indisciplina escolar es un problema clamoroso: aumentan las borracheras, se trivializa el consumo de cannabis, aumentan los y las fumadoras, crece el uso de tranquilizantes y las drogas de síntesis. Este fenómeno afecta a todos los liceos, señalando que el consumo de alcohol y drogas es inferior en las llamadas "zonas de educación prioritaria", situadas en las peores barriadas de las grandes ciudades.
En la Guía se hacen recomendaciones sobre lo que no se debe hacer, como ignorar el conflicto, eludir el diálogo, no procurar comprender o caer en el conformismo que acepta todo. En su aspecto positivo aconseja movilizar a los implicados, contar con la medicina escolar y procurar que cada alumno tenga alguien con quien hablar.
Estos problemas son la consecuencia de la dimisión de los padres ante la difícil tarea de educar a sus hijos.
En Estados Unidos se ha generalizado la política de "tolerancia cero" contra las faltas de disciplina. El sistema consiste en no dejar pasar ni la más pequeña infracción a los alumnos, para que nunca lleguen al tiroteo. Es la misma "teoría de las ventanas rotas", que se ha mostrado eficaz contra la delincuencia en el metro de Nueva York y en otros lugares.
En un informe reciente del Departamento de Justicia se afirma que esta idea está muy extendida. El 90 % de las escuelas de USA prevén sanciones automáticas -la expulsión, por lo general- para los alumnos que llevan algún tipo de armas.
Se pone el acento especialmente en las infracciones pequeñas, como una pelea, insultos o simples empujones.
Para llevar a cabo estos métodos, las escuelas han adoptado minuciosos códigos que detallan las penas aplicables a casi cualquier falta imaginable.
Cuando la sociedad pide resultados, con la "tolerancia cero" las escuelas pueden mostrarlos. Las autoridades educativas de Baltimore aseguran que la mano dura ha hecho descender un 31 % la tasa de delincuencia en las escuelas secundarias de la ciudad.
Arturo Ramo
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14/12/24 07:00