Sr. Director:

No sin razón, nos sobrecogemos a diario con las calamidades que ocurren por doquier. La amenaza de la guerra acecha y las injusticias que se cometen en el mundo son sangrantes. ¿Van a solucionar esto la ONU, la Unión Europea u otros organismos internacionales donde no hay sitio para Dios? ¿Nos podemos limitar los católicos a hacer discursos humanistas, haciéndole el juego a la nueva religión secularista de los derechos humanos que olvida los propios designios de Dios? “Ninguna actividad humana ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios”. Aquí está la solución: es en el respeto a la Ley de Dios, también por parte de las autoridades civiles, dónde el ser humano encuentra la felicidad y la paz, “la tranquilidad en el orden”, como dijo san Agustín. Trabajemos pues, por el reinado social de nuestro Señor Jesucristo y estudiemos la doctrina, siempre válida, al respecto que encontramos en el Catecismo. Recordemos las palabras de León XIII: “Caerán las espadas, y las armas se escurrirán de las manos cuando todos acepten el imperio de Cristo y gustosos le obedezcan, y toda lengua confesará que nuestro Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre.”

PD. Escrito de mi hijo Gabriel, fallecido recientemente, publicado el Alfa y Omega, con fecha 30-V-2002.