Sr. Director:
Una de las consecuencias menos negativas que nos queda tras la muerte de personas que aún eran jóvenes, es que también serán jóvenes ya para siempre las imágenes que nos dejaron para recordarles.
Se ha cumplido ahora un nuevo aniversario del asesinato en Sevilla de Ascen y Alberto por los criminales de ETA y mientras el paso de los años nos va envejeciendo a familiares y amigos, los rostros de ellos permanecen igual, contemplándonos inmarcesibles desde sus truncadas vidas en aquel 30 de enero de hace 24 años.
Su recuerdo renovado en esta fecha nos sirve para tener presente que las víctimas del terrorismo no son personas anónimas que quedaron allá lejos perdidas en el tiempo. Cada una tenía familia y amigos que sufrieron uno a uno sus muertes. Sólo si consideramos esto así, podremos valorar la dimensión del dolor causado, que no cabe cancelar de un plumazo archivado en unas cuantas cifras estadísticas bajo la excusa de que ETA desapareció...
Y menos aún, cuando se sigue homenajeando a los asesinos que nos causaron tanto dolor. Por eso resulta tremendamente amnésico, indigno e injusto que un Gobierno de España, con tal de mantenerse en el poder, sea capaz de doblegarse a las imposiciones del partido que defiende a esos asesinos.
Frente a ello solo cabe memoria, dignidad y más justicia.