Sr. Director:
En los últimos años se ha puesto en boga la desacreditación de la fe religiosa. Se hace de forma irrespetuosa y gratuita.
Todos hemos sido testigos de la caracterización de Mahoma y de otras mofas similares. El último insulto aberrante contra el catolicismo en cuestión lo hemos escuchado en boca de la poetisa Dolors Miquel, que aprovechando la entrega de los premios Ciutat de Barcelona quiso interpretar el padrenuestro añadiendo a su rima frases misóginas, zafias y que nada tienen que ver.
Al oírla, sólo puede sentir vergüenza ajena. Por ella y por sus palmeros, entre los que se encontraba la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que «felicitó a la poetisa por 'despeinar' los prejuicios y por su muestra de creatividad». Sin duda fue todo un espectáculo. Dramático.
Desgraciadamente hay gente que confunde libertad de expresión con libertinaje. Piensan que el artículo 20 de la Constitución -que habla de este derecho- es una especie de «aquí todo vale» que sirve para defender cualquier tipo de injuria o afrenta verbal. Y eso sí que no. Están sucediendo tantas desobediencias en Barcelona, que bien podría ser descrita con aquella famosa cita de Unamuno: «Es tierra de hombres sin honor, mujeres sin pudor y de flores sin olor».
Jon García Rodríguez
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04/12/24 16:27