El cliente monta en un taxi, en Madrid. El conductor ha rociado un ambientador en el vehículo. No atufa, resulta agradable. Ofrece al cliente un botellín de agua, ubicado en un montante justo delante del asiento trasero, donde puede leerse: Agua, caramelos y wifi gratis. En un momento del trayecto el cliente saca un bloc de notas y entonces el taxista, sin perder un segundo, enciende la luz interior. Decididamente, la competencia -sí, creo que juega con ventaja, de Uber y Cabify- le ha sentado muy bien al servicio de taxi. Hispanidad redaccion@hispanidad.com