Esta es una historia real: hace un año Kate Cunningham, de 38 años, tomó la decisión de casarse. Hasta ahí todo bien. Pero, ocurre que el consorte era... un árbol. Y, un año después, dice que ha sido la mejor decisión de su vida... Eso sí, no han podido tener descendencia.

Menos mal que la esposa ya tenía un hijo de 15 años a quien según su madre «a pesar de causar un poco de vergüenza a mi hijo de 15 años, ahora ve el panorama general y entiende para qué sirve»

Y es que, al parecer, el objetivo de esta joven no era otro que llamar la atención sobre una campaña para tratar de salvar el Rimrose Valley Country Park, que iba a convertirse en un desvío de tres kilómetros para aliviar la congestión del tráfico hacia el puerto de Liverpool.

Para Kate, lo mejor de su experiencia es que «me gusta sentarme cerca y sumergirme en los alrededores. Me gusta la paz y la tranquilidad». Y claro, con una pareja que está siempre en silencio, más tranquilidad, imposible.