Empieza a resultar ridículo, por eso hay que denunciarlo una y otra vez. Que la muerte de Fidel Castro no se aproveche para pisarle el rabo al león después de muerto, pase. Pero que se le convierta en un héroe, eso ya es demasiado. Por dos razones. Estaremos negando a la gente, estaremos burlándonos de las víctimas y estaremos cerrando el camino hacia la libertad en Cuba. Porque lo del padrecito Fidel empieza a recordar lo del padrecito Stalin. Y oiga, ya está bien. Hispanidad redaccion@hispanidad.com