Han vuelto a detener a una tercera mujer, acusada de secuestrar a su hija. ¡Qué cosas…! Así es que tuve que detenerme en la noticia para entenderla, porque lo que yo siempre había leído en los periódicos, o visto en las películas que ponían en el Cine San Diego de Vallecas, lindero con la panadería de la Señora Carmen, es que los padres no secuestran a los hijos, sino que esa atrocidad la cometen los delincuentes para extorsionar a los padres. Pero como esta concepción mía del secuestro filial debe ser muy retrógrada y hasta un pelín facha, hice un esfuerzo, abrí mi mente a la modernidad para comprender lo del secuestro filial y creo que ya estoy en condiciones de explicárselo.

Se comprenderá también mi torpeza en este delicado asunto, debido a la deficiente educación que recibimos los niños de Vallecas, que, como es sabido, era entonces un barrio de proletarios. Y lo que yo aprendí de niño, viendo el ejemplo de mi familia y el de las familias de mis amigos, es que los proletarios querían muchísimo a sus esposas, los papás y las mamás querían todavía más a su prole y se mataban a trabajar para sacarla adelante y, desde luego, en mi barrio de Vallecas nadie secuestró a sus hijos. Pero como he dicho, estas cosas ocurrieron cuando Franco todavía estaba vivo, y puede que sea esta la causa por la que los niños de Vallecas adquirimos una mentalidad tan facha, no apta para comprender a la primera que una madre pueda secuestrar a sus hijos.

Por lo que he leído, el comportamiento de estas tres madres secuestradoras es muy parecido. Las tres se divorcian y las tres presentan denuncias falsas contra sus maridos de haber maltratado a los hijos que han tenido en común, en unos casos les acusan falsamente de malos tratos físicos y en otros han tenido estómago para calumniarles, afirmando que abusaron sexualmente de sus hijas menores.

Semejante atropello tenía como fin acelerar el proceso de divorcio y, de paso, conseguir que el juez estableciera un régimen de custodia, por el que los padres no volvieran a ver nunca más a sus hijos. Y como no consiguieron plenamente su objetivo, estas tres mujeres recurrieron al secuestro, y retuvieron a sus hijos en fincas apartadas para que nadie los viera, y desgraciadamente los recluían sin escolarizar y viviendo en unas condiciones lamentables.

Y se da la circunstancia de que estas tres mujeres, además de haber llevado a cabo estrategias parecidas en los secuestros de sus hijos, las tres pertenecen a la misma asociación feminista que se llama Infancia Libre. Así es que dentro de lo malo, malísimo…, podemos congratularnos de que no haya sido todavía peor, porque si la asociación a la que pertenecen estar tres madres secuestradoras, en lugar de llamarse Infancia Libre, se hubiera llamado Infancia Viva, no quiero ni pensar lo que les podría haber ocurrido a esas inocentes criaturas.

Cuando el marxismo se camufla en el feminismo: "La familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica"

Esta asociación de Infancia Libre ha sido apoyada y hasta paseada por el Congreso de los Diputados de la mano de los partidos de izquierda, porque dado el carácter feminista de dicha organización en el ataque contra la familia natural tiene el “éxito seguro”, en expresión de la ministra de Justicia, Dolores Delgado…, que a cada uno lo suyo, que lo de copiar sin citar es un plagio y no se debe hacer.

La familia natural, desde Adán y Eva hasta hoy, es la constituida por un hombre y una mujer y los hijos cuando los hubiera. Y como la familia natural fue ascendida al elevado rango sacramental del matrimonio por Jesucristo, las feministas le han declarado la guerra, porque el feminismo y la concepción cristiana de la familia son radicalmente incompatibles.

La incompatibilidad entre el cristianismo y el feminismo se entiende cuando se conoce cuál es la raíz nutricia del feminismo, que no es otra que la expresada por Marx y Engels en el Origen de la familia en los siguientes términos:

“Todo matrimonio se funda sobre la posición social de los contrayentes (…) y es una prostitución en que la mujer solo se diferencia de la cortesana en que no alquila su cuerpo a ratos, como una asalariada, sino que lo vende de una vez para siempre como una esclava. La mujer se convirtió en la criada principal. La familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica, el hombre es en la familia el burgués; la mujer representa en ella al proletariado”.

Instalada la lucha de clases en la familia… Desplazado el amor por el odio como motor de las relaciones familiares, se entiende que estas tres madres secuestradoras y feministas no hayan reparado en nada, e incluso que calumniaran a sus maridos de abusadores sexuales de sus propios hijos, con el fin de destruirlos. Y así sí que se entiende que, si al contraer matrimonio la mujer se convierte en una prostituta de por vida y encima sin cobrar, para las feministas todo sea válido, porque para liberarse de tan peculiar esclavitud el fin justifica los medios.

Marx y Engels: “El secreto de La Familia de Nazareth es la familia. Para acabar con la antigua [la de Nazareth], tenemos que terminar con la otra

Y también en lo del feminismo se encuentra el consabido dicho de las dos noticias: la noticia buena y la noticia mala. La noticia buena es que el feminismo se construye sobre unos cimientos falsos, porque la familia no tiene nada ver con la concepción de Marx y Engels de la institución familiar. Y por lo tanto, todo lo que se construye sin cimientos firmes está condenado a derrumbarse tarde o temprano. Lo que no significa que haya que bajar la guardia hasta que esto suceda, más bien todo lo contario, porque hasta que se caiga este nuevo muro del feminismo, los partidarios del odio y enemigos de Dios no descansaran hasta lograr el objetivo establecido por Marx y Engels con estas palabras: “El secreto de La Familia de Nazareth es la familia. Para acabar con la antigua [la de Nazareth], tenemos que terminar con la otra”.

La noticia mala es que el feminismo se ha puesto de moda y, hoy en día, si no proclamas que eres feminista no te comes ni un colín en esta sociedad enloquecida, en la que se han vuelto locas hasta ciertas personas que deberían estar cuerdas.

Pero esta película ya la vi en los años sesenta del siglo pasado, y no precisamente en el Cine San Diego de mi barrio. En aquellos años se puso de moda ser marxista, porque entonces se pensaba que el régimen soviético iba a durar por los siglos de los siglos. Y como aquello por su condición de perenne no tenía remedio, más valía hacer un guiño al marxismo que enfrentarse a él.

Aquella película, de la que fui testigo directo durante mi juventud, comenzaba bien, pero acabó muy mal. Los cristianos que decidieron hacer un guiño al marxismo se pudieron introducir en sé cuantos ambientes, pero no consiguieron transformar ni uno solo. Eso sí, mutaron ellos y contagiaron de esterilidad a las organizaciones eclesiásticas a las que pertenecían, como consecuencia lógica de desplazar al cristianismo por el marxismo.

Por aquella experiencia, quienes hoy desde posiciones cristianas se declaran feministas, deberían recordar que cuando los sarmientos se separan de la cepa ya no pueden dar fruto, se secan y solo sirven para arrojarlos al fuego. Y si lo saben… ¿Por qué lo hacen…? Pues probablemente para convertirse en la prueba de esa sentencia que dice que el hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra, en este caso, contra la piedra del marxismo camuflado en el feminismo.

Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá