—¿Me da usted un bocadillo de jamón, pero sin jamón…?

¿Se imaginan ustedes, fieles lectores de los domingos a los que tanto tengo que agradecer, la cara que se le pondría al camarero…? Pues todavía hay una cosa más tonta que hacer semejante petición en un bar. Y esa cosa más requetetonta que un bocadillo de jamón, pero sin jamón, es un católico aconfesional, lo que además es tan contradictorio como lo del círculo cuadrado.

Pues a pesar de ser tontísima y contradictoria la especie del católico aconfesional, no solo ha proliferado como las malas hierbas del jardín, sino que se ha convertido en el modelo oficial de actuación de los católicos en la vida pública en España durante los últimos cuarenta años, impidiendo el paso a instituciones, medios de comunicación o partidos políticos que por “confesar” en sus programas ser partidarios de la doctrina social de la Iglesia, defienden la familia natural y la vida..., sin el tranquilizante de conciencias relativistas del mal menor.

Sor Dede Byrne en la convención republicana: no soy solo provida, soy provida eterna

Pero ya se ve que la tontería y la mentira es capaz de surcar los mares hasta instalarse en el continente americano, donde ha aparecido un católico, Joe Biden, aspirante a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata, que, para defender la vida, fomenta la cultura de la muerte, porque eso es todo lo que da sí un católico aconfesional, cuando defiende la doctrina social de la Iglesia pero sin la doctrina social de la Iglesia.

En contraste con esta situación, ha tenido una gran difusión el discurso de una monja en la convención del Partido Republicano, que presenta a un candidato como Donald Trump que no es católico y, a pesar de todo, ha permitido que la religiosa, que se llama Sor Deirdre “Dede” ​Byrne, haya podido hacer una declaración tan confesional como esta: “No soy solo provida, soy provida eterna”.

Sor Dede Byrne ha tenido la valiente coherencia de presentarse en la convención del partido republicano ataviada de un modo muy confesional. Además de enseñar en público su rosario, diciendo que utilizaría su rezo como arma para apoyar a Trump, llevaba una toca hasta las cejas y el hábito de su comunidad, las Pequeñas Operarias de los Sagrados Corazones de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

¿Por qué en España no se ve un hábito por la calle? ¿Les da vergüenza?

Y esto es bello e instructivo, en palabras de nuestro director de Hispanidad, porque contrasta con lo que sucede en España, donde ya no se ve un hábito o una sotana por la calle nada más que en carnavales, para blasfemar contra la Iglesia de Cristo. Aquí, los curas más atrevidos visten camisa con alzacuellos, pero con los primeros aires del final del verano, se ponen una bufanda para taparse el distintivo que llevan en el cuello y ya no se la quitan hasta que aprietan los calores al comienzo del verano siguiente.

Por su parte, Sor Dede Byrne no ha sido cocinera antes que monja, pero ha ejercido la medicina durante casi treinta años, antes de entrar en un convento. Nació en una familia numerosa de siete hermanos de origen humilde en los suburbios de Washington D.C., y para poder costearse los estudios de Medicina en la Universidad de Georgetown, ingresó en el ejército. Pero lo que era solo un recurso provisional para poder hacer frente al pago de la matrícula universitaria, se convirtió en una dedicación profesional, pues permaneció en el ejército norteamericano durante veintinueve años, en el que alcanzó el grado de coronel, trabajando como médico y cirujano.

Como médico militar, Sor Dede Byrne participó en distintas misiones fuera de los Estados Unidos, entre otras en Afganistán y en la península del Sinaí en Egipto. Y en un momento de su intervención en la convención del Partido Republicano dijo: “Después de mucha oración y contemplación, entré en mi orden religiosa en 2002, trabajando para servir a los pobres y los enfermos en Haití, Sudán, Kenya, Iraq y en Washington, D.C.

¿Marginado? El grupo más marginado de España es el concebido y aún no nacido

La humildad es el fundamento de nuestra orden, lo que hace muy difícil hablar de una misma. Pero puedo hablar de mi experiencia trabajando para aquellos que huyen de los países pobres y devastados por la guerra en todo el mundo. Todos esos refugiados comparten una experiencia común. Todos han sido marginados, considerados insignificantes, impotentes y sin voz.

Y aunque tendemos a pensar que los marginados viven más allá de nuestras fronteras, la verdad es que el grupo marginado más grande del mundo se encuentra aquí en los Estados Unidos: son los no nacidos”.

En contraste con esta declaración en España, donde de hecho, desde la aprobación de la primera de las leyes abortistas ha existido y existe el aborto libre, la defensa de la vida se ha silenciado y hasta se ha subordinado a la economía, no para arreglar la calamitosa situación de los menesterosos, sino para sanear y fortalecer las cuentas corrientes de los elector es, al grito de primero hay que arreglar la economía y, cuando esta se estabilice, ya hablaremos del aborto. Y como la avaricia no tiene límite, nunca ha llegado el momento de defender la vida.

Se les convenció a los católicos españoles de que defender la vida no daba votos, cayó en saco roto lo que dijo San Juan Pablo II en la misa de las familias en Madrid, el 2 de noviembre de 1982, durante su primer viaje apostólico a España: “Pero hay otro aspecto, aún más grave y fundamental, que se refiere al amor conyugal como fuente de la vida: hablo del respeto absoluto a la vida humana, que ninguna persona o institución, privada o pública, puede ignorar. Por ello, quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad.

¿Qué sentido tendría hablar de la dignidad del hombre, de sus derechos fundamentales, si no se protege a un inocente, o se llega incluso a facilitar los medios o servicios, privados o públicos, para destruir vidas humanas indefensas? ¡Queridos esposos! Cristo os ha confiado a su Espíritu para que no olvidéis sus palabras. En este sentido sus palabras son muy serias: “¡Ay de aquel que escandaliza a uno de estos pequeñuelos! ... sus ángeles en el cielo contemplan siempre el rostro del Padre”.

Las asociaciones provida y profamilia españolas aparcaron la defensa del débil a cambio de unas subvenciones miserables

¿Y qué hicieron las asociaciones españolas que decían defender la familia y la vida ante las palabras que San Juan Pablo II lanzó al cielo de Madrid con tanta claridad y hasta con energía, como se puede apreciar en los videos? Pues las asociaciones, que se autoproclaman defensoras de la familia, aparcaron los principios doctrinales y justificaron su existencia solicitando a los gobiernos unas miserables y humillantes ayudas económicas para las familias numerosas y, por su parte, los de los movimientos provida dieron saltitos atolondradamente por las calles cada 28 de diciembre como adolescentes al grito de “¡Viva la vida alegre y divertida!”.

Y de este modo todas estas organizaciones pantalla, dirigidas por católicos aconfesionales, se pusieron al servicio del sistema político para impedir que surgieran voces que proclamaran en la sociedad la doctrina social de la Iglesia, en defensa de la familia natural y de la vida desde el momento de su concepción hasta la muerte.

Organizaciones pantalla, dirigidas por católicos aconfesionales, se pusieron al servicio del sistema político para impedir que surgieran voces que proclamaran la doctrina social de la Iglesia

Habrán notado que contra lo que es habitual en mis artículos de los domingos, en los que me empleo a fondo para dar datos y nombres que justifiquen mis afirmaciones, en el artículo de esta semana no aparece ni un solo nombre y no es porque no me los sepa, pues los conozco a todos y ellos me conocen a mí.

Pero no, no los digo por temor,  no les tengo ningún miedo, ni a ellos ni al sistema que sirven, pero tengo dos motivos para hacerlo así. Primero, porque la actuación de estos dirigentes oficiales en defensa de la familia y de la vida en España me parece por un lado tan escandalosa, que no quiero contribuir a personalizar el escándalo, siguiendo aquello de que “se dice el pecado, pero no el pecador”. Y en segundo lugar, porque la actuación de estos falsos defensores de la familia y de la vida durante los últimos cuarenta me parece tan mezquina y miserable, que ni siquiera merecen que sus nombres figuren en mis escritos ni como agentes del mal.

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.