“Para mí es un honor representar al Partido Comunista”, ha proclamado Pablo Iglesias hace unos días desde la tribuna del Congreso de los Diputados, y en ese momento, los huesos de más de cien millones de víctimas, asesinadas por los comunistas, se han removido en sus tumbas. Sin embargo, la presidenta del Congreso de los Diputados, ante tan antidemocrático elogio de una ideología totalitaria y criminal, no le ha llamado al orden, ni tan siquiera a la señora Meritxell Batet se le ha revuelto ni un solo rizo de su pelambrera.

Días después de tan lamentable acontecimiento, el mediático padre Ángel y responsable de la madrileña parroquia de San Antón enviaba una carta a Pablo Iglesias en la que le decía que, además de darle gracias a Dios por los sanitarios, transportistas y cuerpos de seguridad, también mostraba su agradecimiento al Altísimo “por tener personas como tú, que con tu trabajo y esfuerzo, y el de tu equipo ayudáis a conseguir que un mundo mejor sea posible". Y también en este caso, como ocurriera con la señora Batet, el superior del padre Ángel, don Carlos Osoro, el cardenal de Madrid, no ha dicho ni oste ni moste.

Y para acabar de arreglarlo, el padre Ángel se despedía de Pablo Iglesias con estas palabras: “Déjame decirte ¡que Dios te bendiga! y pedirte también que tú me bendigas a mí”. Así, tal cual..., sin comas y sin poner mayúsculas donde corresponde. Claro que la primera parte de la frase del inefable padre Ángel no está mal del todo; parece lógico que a un comunista, que por lo general son ateos, haya que pedirle permiso antes de impartirle una bendición divina, porque de no solicitarle la venia, daría la impresión de que el padre Ángel le está vacilando a Pablo Iglesias. Pero lo que ya se entiende menos es que un sacerdote se acoja a la bendición de un comunista, salvo que el clérigo tenga un concepto muy…, pero que muy averiado de las cosas sagradas.

La Santísima Virgen se adelantó a avisarnos el 13 de julio de 1917 de que Rusia extendería sus errores por el mundo

Se consume tanto incienso en honor del comunismo en vísperas del 13 de mayo, festividad de la Virgen de Fátima, que celebraremos el próximo miércoles. Y cito esta aparición de la Santísima Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, porque en la tercera ocasión que la Virgen visitó a los Tres Pastorcitos, el 13 de julio de 1917, se adelantó a avisarnos de que Rusia extendería sus errores por el mundo.

La profecía de la Virgen de Fátima fue anterior en unos meses del triunfo del comunismo en Rusia y se produjo justo un año antes de que fuera asesinado por los comunistas, el 17 de julio de 1918, el último zar de Rusia, Nicolás II (1894-1917), junto con su esposa, Alejandra, su hijo Alexis, sus cuatro hijas (Olga, Tatiana, María y Anastasia), el doctor Botkin y cuatro sirvientes: fueron los doce abatidos a tiros y rematados con las bayonetas. Todos ellos perecieron en aquella habitación de la casa que había sido requisada a Nikolái Ipátiev en Ekaterimburgo, además de un perrito acribillado a tiros, por ser la mascota de la gran duquesa Tatiana, la segunda hija del zar… Así son los comunistas de los que tan orgulloso se siente Pablo Iglesias, y de quien a su vez implora su bendición el padre Ángel.

Todo lo que he leído acerca de las apariciones marianas, lo he hecho ante todo como devoto de la Virgen María, pero también con curiosidad de historiador, porque después de tantos años en este oficio la mentalidad ha derivado en mí en deformación profesional. Y además, para el historiador especializado en la Edad Contemporánea, como es mi caso, las apariciones marianas constituyen un reto intelectual y una clave importantísima para entender el mundo actual.

Los que nos dedicamos a explicar el nacimiento de los partidos políticos, la acción de los sindicatos o la influencia de la prensa en los últimos doscientos años, etc., que afectan a tantas personas, ¿cómo vamos a excluir de nuestro relato histórico las apariciones marianas, que forman parte de la realidad concreta de millones de personas, hasta el punto de hacerlas cambiar de vida a muchas de ellas, por tener en su conciencia mayor influjo, que un partido político, un sindicato o un periódico?

Si Dios es el Señor de la Historia, como afirmara san Juan Pablo II, no puede permitir que su Madre desentone en el curso de la Historia

Más me atrevería a decir. Si Dios es el Señor de la Historia, como afirmara san Juan Pablo II, no puede permitir que su Madre desentone en el curso de la Historia. Por lo tanto sus apariciones, además de la finalidad religiosa, también han de tener un sentido histórico, porque ni Dios ni la Virgen María hacen cosas raras ni vanas. Por ese motivo, cuando comienza la Edad Contemporánea con la Revolución Francesa (1789), la Virgen María se aparece de manera diferente a como lo había hecho hasta entonces.

Desde hace dos siglos, la Santísima Virgen ha bajado del Cielo en múltiples ocasiones, no tanto para comunicar algo a un vidente de modo particular, sino más bien para utilizar a esos videntes como intermediarios para transmitir mensajes a todos sus hijos. De manera que en cierto modo se podría afirmar que durante los siglos XIX y XX y lo que va del actual, la Virgen María se nos está “apareciendo” a todos nosotros.

Y esto es así de manera clarísima en la aparición que los Tres Pastorcitos tuvieron el 13 de julio de 1917. Me explicaré. Como es sabido, Lucía veía, escuchaba y hablaba con la Virgen; Jacinta veía y oía a la Madre de Dios, pero no hablaba con ella; y Francisco solo veía, pero ni oía ni hablaba. Y por lo tanto, después de cada éxtasis, había que contarle lo que había dicho la Señora bajada del Cielo.

El 13 de julio de 1917, la Virgen les mostró el infierno y les transmitió un mensaje, que a través del tiempo hemos conocido por partes. Que Rusia iba a extender sus errores por el mundo forma parte de ese mensaje. Aquellas tres criaturas, tan de corta edad y poco instruidas, era la primera vez que oían la palabra “Rusia”, por lo que con afán de aclararle el significado del término a Francisco, su hermana Jacinta le dijo que Rusia debía ser una mujer muy mala. Y entonces, terció la mayor de los tres, Lucía, para emborronarlo definitivamente al afirmar que la Virgen se debió haber referido a una borriquilla de un paisano de Aljustrel, que respondía al nombre de “Rusa”, que vayan ustedes a saber como se escribe eso en portugués o lo que quiso decir Lucía.

Y tengo para mí que los errores de Rusia, es decir del comunismo, a los que se refería la Virgen era sobre todo a la supresión del principal de los derechos del hombre como es el de dar culto a Dios, por cuanto el comunismo pretende como fin último el establecimiento de una sociedad atea

Sin duda, que si la Virgen hubiera querido revelar a las Tres Pastorcitos lo que era Rusia y el régimen de terror del comunismo, lo hubiera hecho y a los tres niños se les hubiera quedado grabado en sus mentes el nombre de todos los montes y los ríos principales de Rusia con sus afluentes, así como la identidad de todos los tiranos comunistas de todos los tiempos, desde Lenin hasta Pablo Iglesias Turrión.

Pero no fue así, no era esa su intención. De modo, que la Virgen les dejó bien claro a los videntes en aquella ocasión del 13 de julio de 1917 lo que es el infierno, y los Tres Pastorcitos lo entendieron perfectamente, pero no quiso explicarles lo que iba a ser Rusia; realidad, por cierto, de más fácil explicación y comprensión que la del infierno. Por tanto, lo que, sin duda, quiso la Virgen fue dirigirse a todos nosotros a través de los tres videntes, para prevenirnos y avisarnos de que Rusia iba a extender por el mundo sus errores.

Y tengo para mí que los errores de Rusia, es decir, del comunismo, a los que se refería la Virgen era sobre todo a la supresión del principal de los derechos del hombre como es el de dar culto a Dios, por cuanto el comunismo pretende como fin último el establecimiento de una sociedad atea. La meta última y principal del comunismo quedó fijada por Marx en esta sentencia: "la crítica de la religión culmina en la doctrina según la cual el hombre es para el hombre el ser supremo”. Porque ante el objetivo de arrancar a Dios del corazón de los hombres, lo de la estatalización de los medios de producción y la igualdad de clases, como los tiranos comunistas han demostrado hechos, en el decir de un castizo son “leches migás”.

 

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá