El Gobierno confunde economía pública con economías particulares y se vanagloria del superávit público (2%), mientras las deudas ahogan a las familias. Aumenta la morosidad, se estanca la venta de pisos y coches y cae la recaudación por IVA, uno de los termómetros más fiables. En la City cunde la convicción de que Solbes está agotado: con la que está cayendo, durante su comparecencia parlamentaria no aportó una sola idea para modificar el rumbo

Según los datos de la propia Agencia Tributaria (gráfico R1, página 5), la recaudación por IVA se ha desplomado en el tercer trimestre de 2007 en un 19,1%, justo cuando el crecimiento económico aguantaba aún, nada menos que por debajo del 3,5%. En definitiva: no es que la crisis económica vaya a llegar, es que ya ha llegado, aunque los indicadores, como siempre, lo expliquen con retraso. De hecho, el indicador más retardado son las cifras de paro. A pesar de ello, llevamos ya dos meses malos y nos esperan otros dos, enero y febrero, antes de las elecciones del 9 de marzo.

Entonces, ¿cómo explicar el ambiente absolutamente triunfalista que en la mañana del sábado reinaba en al sede socialista, con un Zapatero en éxtasis, no precisamente  divino? En primer lugar, porque, al revés que ocurre en el PP, en el PSOE no ha tenido problemas para confeccionar las listas: hay cargos para todos y, desde Giulio Andreotti sabemos que el poder desgasta... al que no lo tiene.

Pero el secretario general del PSOE estaba obligado a dar una buena noticia y ofreció un superávit público, al cierre del 2007, del 2% del PIB: "Como hemos gestionado muy bien las cuentas públicas, vamos a cerrar 2007 con un superávit del 2%".

Ya hemos dicho que el vicepresidente Pedro Solbes no es un gestor, sino un administrador: sabe administrar el dinero ajeno, por eso ha conseguido cerrar las cuentas públicas en números negros. Sólo que lo ha hecho en tiempos de bonanza, a costa de aumentar la presión fiscal y con el viento de popa del PIB. Lo malo es que para tiempos de crisis se necesita otra cosa: se necesita un gestor. Y el prestigio de Pedro Solbes en la City financiera y en el mundo empresarial español se ha derrumbado desde el verano hasta aquí está bajo mínimos: durante su comparecencia parlamentaria, con todos los indicadores de crisis al rojo vivo, no ofreció ni una sola idea correctora. Su política económica sigue siendo la ausencia de política económica. Con él, el conjunto del Gabinete socialista ofrece una más que preocupante imagen de impotencia ante una crisis que ya no es un temor, sino una realidad... que sólo niega el Gobierno.

Por otra parte, el éxito del superávit público frente a los fracasos de un endeudamiento familiar creciente, una caída del consumo y de la inversión y un crédito absolutamente paralizado, en un país donde no se venden pisos ni coches, vuelve a dibujar lo que ha sido la política económica del PSOE: salarios bajos, impuestos altos y viviendas caras. España es hoy la imagen misma de un país donde el peculiar análisis econométrico lleva a hacer compatible lo que no lo es: que la economía marchen bien y las economías particulares marchen fatal. Paradoja, pero paradoja certísima.

Es igual, para el Gobierno todo consiste en que las consecuencias de la crisis que ya está aquí no resulten plausibles para el cuerpo electoral hasta el 10 de marzo. Mientras tanto, el que afirme que estamos en crisis miente y, además, comete un delito de lesa patria.