La comparecencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha proporcionado escasas novedades respecto a los adelantos de este fin de semana. Zapatero se ha pasado al acoso popular con la crítica sobre la falta de previsión. Ha insistido hasta en cuatro ocasiones en que no existe relación entre el terrorismo de ETA y el terrorismo internacional de tipo islámico radical. Justifica su conclusión en información de fuentes judiciales de la Audiencia Nacional, así como policiales, penitenciarias e internacionales: Desde el 11-M hemos realizado 70 detenciones vinculadas al 11-M, 42 más vinculadas al terrorismo internacional, obtenido 25.000 evidencias, realizado 80 inspecciones oculares, analizado 1.300 huellas dactilares y obtenido 80 perfiles genéticos.
Además, ha propuesto a todas las fuerzas políticas un gran pacto para combatir eficazmente al terrorismo islámico, cuya amenaza ha dicho- sigue siendo considerada por las fuerzas policiales como alta.
El portavoz parlamentario del grupo Popular, Eduardo Zaplana, ha mostrado su preocupación por el hecho de que ese pacto político propuesto por Zapatero anule el espíritu y la eficacia del Pacto de Estado por las Libertades y Contra el Terrorismo. No obstante, Zaplana le ha dicho que no hace falta pactar con el PP porque estará siempre y siempre significa siempre, apostilla Zaplana- con la actuación del Gobierno en la lucha antiterrorista. Con quien sí deberá pactar, en el sentido de negociar y llegar a un acuerdo, es con grupos políticos que se encuentran en esta sala que negocian con los terroristas o que incumplen sentencias judiciales, añadió el portavoz popular.
Por lo demás, tanto Zaplana como Zapatero insisten en otorgar intencionalidad política a los atentados. Zapatero señala que los únicos responsables de los atentados del 11-M son los terroristas. Pero añade que, según las informaciones del CNI y de los servicios secretos extranjeros, la amenaza en España se había elevado desde la intervención en la guerra de Iraq. Por lo tanto, no se retracta de las declaraciones pronunciadas tras los atentados de Casablanca, en las que señalaba que España había elevado su riesgo como consecuencia de su participación en la guerra de Iraq.
Por su parte, Zaplana no niega la legitimidad del actual Gobierno, pero señala en su primer turno de preguntas que los atentados provocaron un vuelco electoral. Y se apoya en datos del CIS, que apuntan a que tres millones de españoles cambiaron el signo de su voto tras los atentados de Atocha. Zaplana no lo dice, pero sugiere que los atentados tuvieron una intencionalidad política.
Unos y otros se contradicen en una comparecencia de perfil partitocrático, donde el PSOE se juega la legitimidad y el PP la oposición. Por eso, los números uno han movido el sillón a los que hasta ahora habían ocupado su puesto en la Comisión de investigación. Eduardo Zaplana ha ocupado el puesto de Jaime Ignacio del Burgo, con gran malestar del navarro. Zaplana ha estado excesivamente agresivo en las formas, chulesco en las maneras y contundente en las preguntas. Por su parte, Zapatero ha mostrado debilidad en las respuestas, titubeos, nerviosismo, pasos agitados de páginas, desencuentros con la silla... Definitivamente no estaba cómodo.
También en el PSOE se ha producido un cambio de silla. El diputado Álvaro Cuesta ha sido sustituido por el insigne, Alfredo Pérez Rubalcaba, que pasaba en esta jornada su examen de grado. Primeros espadas para una comparecencia histórica que ha aportado poca luz, pero que ha permitido disfrutar de un poco de oratoria parlamentaria.