Ya tenemos nuevo presidente. José Luis Rodríguez Zapatero, con 183 votos (sobre 350), ha sido elegido presidente del Gobierno de España por mayoría absoluta y en la primera vuelta. El "todos contra el PP", o mejor "todos contra Aznar", ha resultado simplemente definitivo. Entre otras cosas, y si salvamos la excepción, cada vez más marginal, de la izquierda clásica española, que ya sólo cuenta con 5 diputados, lo cierto es que el Parlamento español se compone de dos grandes partidos nacionales (PP y PSOE) y una ristra de partidos nacionalistas, más o menos radicales. Al parecer, a nadie le apetece ser español.
Lo cierto es que todos esos nacionalismos y regionalismos, radicales o no, hacen de la cuestión nacional, la única cuestión política posible. Es más, el elemento nacionalista se impone sobre su adscripción a la izquierda o a la derecha. Y frente a este berenjenal, Zapatero sólo esgrime su palabra mágica: diálogo. Ahora bien, también el Partido Popular se ha contagiado del único debate político existente: el nacionalista. En el PP concluye ahora tendencias democristianas, socialdemócratas y liberales, a las que sólo une la idea de la unidad de España. Además, los populares están contentos con la intervención de Mariano Rajoy, en la tarde del jueves 15, con lo que lo lógico es que se alargue la agonía del PP y se aplace la regeneración del PP. Es decir, poco hubo de izquierda clásica y de justicia social en el debate de investidura. A día de hoy, el terreno donde se acumulan más incógnitas sobre el nuevo Gobierno es el económico.
Precisamente, en economía fue donde Zapatero dio dos buenas noticias y mantuvo un alarde de demagogia. La primera buena noticia es que aplicará (¿cuándo?) una subida del salario mínimo interprofesional hasta los 600 euros (ahora no llega a 425). Incluso esa cifra, que ya fue barajada por el PP ¡en 1999! para arrepentirse nada más acceder a La Moncloa, hoy, en 2004, se queda demasiado corta. La otra buena promesa es la creación de 180.000 viviendas anuales a bajo precio. Otra promesa que se hizo, como todo el programa del PSOE, esperando perder y ahora resulta que hay que ponerla en práctica porque han ganado. En efecto, es la otra medida del candidato, ya presidente, que conviene aplaudir con las dos manos.
La tercera cuestión económica es la subida de las pensiones más bajas. Pura demagogia. La verdad es que el Partido Popular estaba ya en ese proceso (especialmente por lo que respecta a las vergonzosas pensiones de viudedad) y la verdad es que el PSOE no ha concretado esas promesas.
Y ahí se acabó todo. Lo demás: guerra de Iraq, reforma constitucional y concesiones a los nacionalistas a cambio de los 12 votos prestados que necesita para gobernar. Por eso, necesita mucho diálgoo, pero el diálogo es el medio, un buen medio, para resolver divergencias, pero no es la solución. La solución es el pacto, y no se puede pactar con todos todo el tiempo, por la misma razón que no se puede agradar a todos todo el tiempo.
Zapatero aporta diálogo y talante. Ahora le faltan ideas y talento. Es un verdadero prisionero de sus aliados, de los nacionalismos, es decir, prisionero de su propia oferta de diálogo.