Es inútil responder que la Edad Media ha constituido la muestra más formidable de civilización que se haya dado nunca sobre la tierra, una civilización cristiana, verdadero faro de libertad, igualdad y fraternidad.
Ya he dicho que el Medievo es el inventor de las catedrales, las universidades o los parlamentos (aunque estos como desarrollo del senado romano y la asamblea griega).
Pero hay más: la Edad Media inventó el jurado e inventó los gremios, el mejor Estado del Bienestar que haya existido jamás. Frente a la estructura gremial, los modernos sindicatos palidecen.
También fue la Edad Media la inventora del justiprecio, eso que le vendría tan bien ahora mismo, en pleno siglo XXI, a Repsol o Red Eléctrica Española.
La clave de la Edad Media era un localismo espléndido. Es decir, el gobierno de lo pequeño. Y lo pequeño es hermoso mientras lo grande es ingobernable.
Chesterton, uno de los grandes defensores del Medievo explica el porqué de esta maravilla: "El localismo medieval era posible porque una filosofía común y una misma moral activa permitían que se entendieran entre sí los pequeños grupos. Probablemente nunca descubriremos hasta qué punto es posible recobrar esa libertad. El barco que zarpó para ir a fundar la colonia católica de Maryland llevaba esa inscripción: 'Donde está el espíritu de Dios, hay libertad'".
Eulogio López
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