Resulta desagradable, y a la vez produce mucho morbo, que un personaje público tenga que sentarse en el banquillo al ser imputado, en este caso, por cuatro delitos: malversación de caudales públicos, cooperación en prevaricación, falsedad documental, y fraude a la Administración.
Me estoy refiriendo a Iñaki Urdangarín, que no es precisamente un cualquiera, y que, en buena lógica, ha hecho uso de su influencia para llegar a facturar hasta 17 millones de euros con las Administraciones Públicas, sobre todo de Valencia y Baleares, emitiendo facturas estratosféricas, y otras falsas para desgravar los ingresos; por ejemplo, por organizar un congreso cutre en 2005, recibió 1.2 millones de euros; por enviar faxes, durante tres días, 25.000 €; por hacer una pagina web, inexistente, 17.000 €, y así todo, porque facturaba hasta "por pagos de comisiones futuras".
La defensa que ha ejercitado es manifiestamente mejorable, porque negar todo, y echarle la culpa al socio, resulta poco verosímil, aunque quizá no tenía más defensa. Sí que ha acertado, en mi opinión, en la puesta en escena el día que fue a declarar, bien asesorado, haciendo ese paseíllo, y atendiendo a la prensa.
Las intensas 22 horas de declaración en el juzgado fueron porque así lo pactaron las partes; y veremos si su socio está dispuesto a "comerse él sólo el marrón". El yerno del Rey se ha equivocado gravemente al hacer uso de su posición e influencia, pensando que éstas le blindaban de impunidad, por lo que ha dejado muchas pruebas de sus actuaciones, con cuentas en distintos paraísos fiscales. La Casa del Rey cuando se olió la tostada tuvo que distanciarse para que no le salpicara sus fechorías; aún así él siguió a lo suyo. La justicia suele ser muy generosa con los poderosos, ahí tenemos a los Albertos, Garzón, Manuel Prado y Colón de Carvajal, o Alierta; y, en este caso, comprobaremos si ésta, realmente, es igual para todos.
Exista o no condena penal su actuación ha sido, cuando menos, muy poco ejemplar, por desmerecer del cargo y posición que desempeña.
Javier Pereda Pereda