De piedra me quedado leyendo a Alfredo Abián, vicedirector de La Vanguardia, otrora un periódico convenientemente regido por el sentido común.

Su columna del lunes -China despierta- es una defensa explícita de la tiranía china, similar a la de los viejos rockeros del periodismo español, los columnistas eternos de la Transición, para quienes el enemigo del mundo libre no es Hu Jintao, sino George Bush.

Se regocija tan prestigioso analista que la hegemonía europea y americana haya entrado en declive. Es decir, se felicita por la caída del mundo libre y el resurgimiento de la tiranía, en este caso de la tiranía más peligrosa que haya pergeñado la modernidad: la tiranía china, que une el panteísmo oriental -el enemigo histórico número 1 de la libertad- con el dictadura marxista en política y lo peor del capitalismo especulativo en economía.

El éxito organizativo chino, consistente en movilizar al ejército más numeroso del mundo para reprimir cualquier conato de libertad "probablemente avinagre (aún) más a los sacerdotes de la retórica antichina. Dirán que sacrificamos los derechos humanos y damos la espalda a las túnicas naranja de los monjes tibetanos a cambio de dinero.... de simplezas está el mundo lleno".

Pues mire usted don Alfredo, apúnteme al terreno de los simples. No, por dinero, por dinero lo pueden hacer las empresas españolas que miran hacia otro lado y promocionan la tiranía de Hu Jintao. Usted lo hace por hastío liberticida, por el odio a la libertad radicada en el Occidente cristiano, no en el Oriente panteísta del gusto por la nada y el círculo cerrado sobre sí mismo, como tantos otros occidentales que practican -sin duda, otra simplonería- el suicidio intelectual. Porque Europa no está siendo vencida por Oriente, sólo se está suicidando.

Según Abián, el problema es que el pueblo chino es "orgulloso" y ha sido "históricamene humillado". Dejando a un lado que ese orgullo popular y la humillación sufrida por el pueblo es a lo que han aludido todos los dictadores -empezando por Hitler, que forjó su tiranía sobre la humillación del pueblo alemán tras la I Guerra mundial, don Alfredo, como tantos de sus colegas, los periodistas prejubilables de la Transición -una casta que merecería estudio en España, gente que parecen cansados de luchar contra la dictadura de Franco y ahora se tragan camellos chinos- olvidan que criticar a Hu Jintao no es criticar al pueblo chino, sino intentar rescatar a ese pueblo de las garras de Hu Jintao, que es lo que pretendemos los "sacerdotes de la retórica antichina". Por cierto don Alfredo, ¿por qué "sacerdotes"?

Y también merece mención el truquito del Tíbet, esa nota de color que cualquier persona con sentido común está dispuesta a perdonar a un Régimen, pues con ser otro rasgo de tiranía no es lo más grave que ocurre en el mundo. No, la tiranía china se ha ejercido de la forma más homicida y abyecta sobre el conjunto de los 1.200 millones de chinos, hasta el extremo, al que han llegado escasísimos dictadores en la historia, de programar hasta la capacidad generativa de la gente, obligada a tener sólo un hijo y obligada a matar a sus propios hijos si se atrevían con un segundo. Por otra parte, la violación constante de la libertad de pensamiento, el encerramiento, tortura y ejecución de seres humanos por el mero hecho de creer en Dios, es una tortura china que ninguna dictadura occidental se atrevió a ejercer con tamaña crueldad. Si la ejerció fue al menos disfrazándola de delitos contra la estabilidad del Estado. Ni los nazis perseguían, al menos en teoría, una forma de pensar y de sentir: perseguían a una raza.

Artículos como el del vicedirector de La Vanguardia son los que perpetúan las tiranías. Y, en efecto, el éxito de las Olimpiadas constituye un insondable fracaso para el pueblo chino: retrasará la llegada de la libertad. Jintao y su pandilla de miserables cuenta ahora con un aliado poderoso: el éxito. Si has ganado, pueden imponer la razón de la fuerza, no la fuerza de la razón.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com