La financiación autonómica ha contado con tantos actores, con tan distintos intereses y con estrategias tan dispares que el resultado es lo más parecido a un sainete

Sr. Director:

Tenía que ocurrir, al fin se han dado cuenta. Titular de prensa de primera plana (ABC del martes 30 de junio de 2009): Autonomías del PP y PSOE se alían contra el Gobierno por la financiación. Y continuaba: Los presidentes autonómicos de Andalucía, Cataluña, Aragón, Baleares, Valencia y Castilla y León, quieren organizar una Conferencia de presidentes sin la presencia de Zapatero. Toma del frasco, Carrasco, exclamaría, sin duda, el inolvidable Jaime Campmany ante esta situación.

No hace mucho habló Zapatero con todos estos presidentes, ¡pero de uno en uno! ¿Por qué de uno en uno? Si España es una, si todos los españoles somos iguales ante la Ley, ¿por qué hablar de uno en uno? ¿Para Zapatero no cuenta la productividad, acaso? Y es que, quizá, a cada uno le contaba su cuento, el cuento que cada uno gustaba de oír. Y a cada uno le debía dar a entender que sólo él estaba en el ajo. ¿En el ajo de qué?

Y ahora quieren reunirse todos, pero sin Zapatero. Y empezar a poner las cosas en claro. Debe ser llegado el tiempo de aquello que rezaba: Se puede engañar a todos cierto tiempo, y a unos pocos todo el tiempo. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. Pues no, hasta el momento no ha habido tal Conferencia de presidentes autonómicos sin Zapatero, pues qué se habrían creído. Ni la habrá, seguramente. Alguien la ha desbaratado. ¿Quién? Y es que ya se ha efectuado el reparto, y a las autonomías del PSOE (a algunas, no a todas) se les ha dado más y, por lo que sea, a las restantes, a las desvalidas, les ha convenido callar, ellas sabrán. Y hasta a alguna del PP se le ha ofrecido más dinero si daba el sí al nuevo modelo. Por intentar que no quede.

Por supuesto que las autonomías del PP, a una voz, han discrepado de un modelo de reparto tan desequilibrado, y la señorita Fernández de la Vega las ha obsequiado con un toma el dinero y corre, que viene a ser una flagrante salida de tono. Ni que el dinero saliera del propio y particular bolsillo de la vicepresidenta, cuando todo el dinero que gasta el Estado lo aportan los ciudadanos contribuyentes, de derechas o izquierdas, sin distinción, y serían del género tonto renunciar: Como no estoy de acuerdo con el modelo de reparto, no quiero nada. Eso equivaldría a lo de aquel soldado: Pues ahora, para que se fastidie el sargento, no cenaré.

Javier Palau

beatriz.palau@gmail.com