Se trata de separa a los españoles de su traducción, y ya se sabe cómo acaban esos procesos: todo lo que no es tradición es plagio.
No pudieron con la Inmaculada, porque a González se le rebelaron hasta las cofradías de su Sevilla natal, y le ocurrió algo parecido a cuando los empresarios pretendieron abrir en Navidad y la Conferencia Episcopal amenazó con suprimir las fiesta de los Reyes Magos, su principal día de ventas.
González, como buen comecuras no tenía ni idea de dónde se metía. Fue España quien, tres siglos antes de formularse le dogma de la Inmaculada Concepción (Pío IX, en 1854) ya tenía una orden (Concepcionistas, Santa Beatriz de Silva) dedicada a la concepción sin pecado original de la Virgen María. Las órdenes militares españolas hacían voto de Defensa del único ser humano sin marca. Dicen que por esa razón, por ser España la tierra de maría, éste es un país muy singular en el orbe cristiano: aquí no han surgido herejías. Aquí en lugar de fusilar el dogma preferimos fusilar a curas y monjas. Aquí no atacamos la doctrina, preferimos incendiar –o desamortizar- conventos. Aquí no practicamos la mariconada del disenso ni la horterada del cisma, aquí nos dedicamos a blasfemar más que nada para molestar al vecino donde más le duele.
González no pudo con la Inmaculada, así que se cebó con Santiago Apóstol. Por cierto, durante su primera –y si la memoria no me falla, única, visita a la ofrenda al apóstol, nada más ser investido, ZP fue saludado por el obispo de la Diócesis con una alusión a las raíces cristiana de España. El muchacho se dio por aludido y, pro eso, cuando una famoso banquero español le preguntó porque sentía esa obsesión anticristiana, cristofóbica, ZP le recordó –y supongo que lo seguirá haciendo. Aquel lamentable discurso del señor obispo aludiendo alas raíces cristianas de España. Y es que estos progres, en cuanto
Dicho lo cual, mañana no se emite Hispanidad. Es sabido que este periódico electrónico es el único que acoge con entusiasmo mis artículos, quizás por el hecho de ser yo el director del mismo. Por tanto, y como director, he decidido que mañana es el patrón de España, el Señor Santiago, y que no se publica Hispanidad. Y si la empresa editora se opone, que me despidan.
Eulogio López