Acompañado por las oraciones de millones de fieles en todo el mundo, se reunió en la tarde del pasado día 12 de marzo en la Capilla Sextina el Cónclave de los 115 cardenales que eligieron al sucesor 266 de San Pedro.
Los medios de comunicación se habían vaciado en conjeturas sobre quien será el elegido, como si asistiéramos a una especie de batalla electoral de corte político que nada tiene que ver con la realidad de este acontecimiento eclesial de carácter esencialmente espiritual, los candidatos decían cuando en realidad nadie había presentado su candidatura, los hechos han demostrado que todo ello solo eran conjeturas.
Lo único que importaba a los cardenales electorales, era poner las llaves de San Pedro en las manos adecuadas.
La renuncia de Benedicto XVI, que tanto ha conmocionado a la cristiandad, ha venido a poner de relieve, precisamente, la inmensa responsabilidad, de por sí sobrehumana, que recae sobre las espaldas de un Papa cuya principal misión es la de orientar el camino religioso, espiritual y moral de la comunidad de creyentes más numerosa y difundida por todos los continentes.
Jesús D Mez Madrid