Dejamos atrás el final de la primera década de este siglo XXI, y un año en el que hemos visto y sufrido una tremenda crisis económica como nunca antes se había vivido.
Esta crisis también afecta a los valores que se manejan en la sociedad, con ataques a la familia con la ley del aborto, o a las instituciones, con un modelo territorial que diluye nuestra Carta Magna, por señalar solo dos aspectos de lo mucho que habría que enderezar.
En lo personal, seguro que tenemos que alegrarnos de tantas cosas que hemos procurado hacerlas bien con nuestro trabajo y esfuerzo, lo mucho que hemos ayudado a otras personas concretas, nuestra dedicación y generosidad por crear un ambiente más sereno y optimista. A su vez, también nos hemos conocido más, y somos conscientes de nuestros muchos fallos y errores que de forma deportiva procuramos corregir, en nuestro carácter, en el trato con los demás, sin olvidar que llevamos ese aguijón dentro que nos tira para abajo, y así tendremos que seguir luchando hasta la muerte.
Un año más que nos da el Señor, dador de la vida, para estar más cerca de Él, constantemente, en nuestro trabajo, con la familia, en el descanso. Un año más para hacer todo el bien que podamos a los demás, acercándoles a Dios, con los sacramentos, la formación, la amistad y el cariño. Un año más para forjar y tallar en nosotros a ese Cristo, que pasa por la Cruz -por mucho que nos quieran retirar los crucifijos lo llevamos dentro- pero con alegría contagiosa. Un año más para que con rectitud de intención llevemos a término los ambiciosos y nobles proyectos, poniendo al Señor en la cumbre de todas las actividades humanas, como decía san Josemaría, y he aprendido de él, pero con otras palabras mejor dichas.
Por último, para que esto no quede muy serio, os envío un refrescante y alegre villancico -no dejéis de pincharlo- con este texto, para que el Niño nos ayude a no desfallecer en esta lucha deportiva y apasionante llena de alegría para 2010.
Javier Pereda