Que no, que ni El País ni El Mundo tienen razón. Ni la izquierda ni la derecha dan en la diana. Cuando Josep Lluis Carod fecha su referéndum de autodeterminación para Cataluña en 2014 o cuando Ibarreche asegura que convocará la consulta "aunque sea lo último que haga en mi vida política", están pidiendo que catalanes o vascos decidan si prefieren seguir unidos a España u optan por la independencia.

Por eso, el pedante "erre que erre" de El País y la actitud El Mundo, tildando de iluminado no quitan ni un adarme de fuerza moral al lehendakari. Tampoco la vicepresidenta De la Vega, cuando recuerda que, según la Constitución, los referenda han de ser convocados por el Gobierno central. En definitiva, De la Vega se refugia en el legalismo, cuando Ibarreche le esta llamando a la justicia.

El asunto no es baladí, aunque el nacionalismo moderado, con cierta dosis de hipocresía, afirme que Carod está chiflado y que es Madrid quien aprovecha sus palabras (para estar chiflado, obtiene muchos miles de votos y Madrid no hace sino recoger la amenaza), peor la respuesta n os esa: la respuesta tiene que ser en clave de justicia. Y no es justo, insisto, que una los vacos me quiten mi Euskadi. Como español, heredero de una historia común con los ascos, Bilbao es tan mío como le de un nacido al lado de la Ría. Y lo mismo puede decirse de Cataluña- Sus glorias son mías y las mía suyas, y si ellos no quieren nada conmigo yo sí lo quiero con ellos. Ni tan siquiera entro en que el 50,01% de nacionalistas no pueden decidir por el 100% por 100% de vascos... o de catalanes. No, lo que ha que responder a esa petición es que todos los españoles, absolutamente todos, deben votar en ese referéndum. Y si todos los españoles consideraran que Euskadi debe ser independiente, sea.

Planteada la teoría vayamos con la práctica. ZP es un político astuto y mentiroso a partes iguales. En la ejecutiva del PSOE celebrada el lunes, abogó por olvidarse de ETA y vender subvenciones públicas para ganar las próximas elecciones. Esto supone un cambio radical de estrategia. Hasta ahora, ZP tenía un objetivo político principal: pasara a la historia como el pacificador de Euskadi. Si conseguía terminar con el terrorismo etarra, se quedaría en Moncloa por otros 25 años. Lo que ha ocurrido, sencillamente, es que los etarras le han tomado el pelo. Los terroristas se han reído de ZP, entre otras cosas porque, es cierto, Zapatero siempre le dice a cada uno lo que cada uno quiere oír, y los etarras se hicieron unas ilusiones que ni el mismo ZP podía otorgar. Por eso, ahora dice no arrepentirse del proceso de paz pero centra sus ideas en la economía.

Ahora bien, hasta la ruptura de la tregua, es decir, seis meses de después del atentado de Barajas, ZP siguió ofreciendo la apertura de un debate sobre un referéndum de autodeterminación a los etarras. En su estilo, a medio plazo, sin concretar, diálogo equivoco de talante ambiguo, pero lo prometió. Cuando ETA se da cuenta de que el propio ZP no puede planear ese referéndum –ciertamente similar al de Ibarreche- es cuando rompen la baraja como sólo ellos saben hacerlo: a lo bestia.

Ya saben quién es el primero que debe reparar la teoría del referéndum.

Eulogio López