Tenía que ser el vasco Antonio Petit, un periodista con sentido común (si, haberlos haylos) quien lanzara un tan olvidado recordatorio: Lluis Companys, el héroe nacionalista catalán, era un gran aficionado a los toros, como lo era el conjunto de la sociedad catalana.

Lo ha hecho desde la mejor página taurina -y buena página- de Internet que he podido contemplar en los últimos tiempos.

Sin aspavientos -que también hay vascos sin aspavientos- este periodista veteranísimo domina el refinado arte de elevar la anécdota a categoría. En definitiva: Taurología interesa incluso a quienes no viven ni sienten los toros.

El diccionario no admite el concepto taurología, quizás porque el DRAE es un instrumento un punto finolis, con un adarme de puritanismo. Puestos a definirlo sin socorro académico, identifiquemos al tauro con el mundo de la lidia e ignoremos el signo zodiacal. Asimismo, acudamos al logos, ciencia o palabra, origen del pensamiento. No es que servidora ande versada en etimologías, es que me llamo Eulogio.

Y en efecto, esta WEB es ciencia del arte toreril. Tras el entierro de la Monumental barcelonesa, Petit escribe una página acorde con las palabras, terribles, del diestro Serafín, catalán y matador: "Lo prohíben porque huele a español, es un símbolo".

Y no cabe mejor definición de nacionalismo. Hasta los catalanes -insisto en que poco tienen que ver el nacionalismo vasco y nacionalismo catalán y, desde luego, prefiero el segundo al primero- caen en el mismo defecto de los vascos: su nacionalismo no es un pro, es un contra, no se definen en positivo, sino en negativo: contra España, lo español y los españoles. De la misma forma que el feminismo -la gran memez contemporánea- considera que bueno es lo que hace la mujer y malo lo que hacen los varones, así los nacionalistas, de cualquier predio, consideran que bueno es lo que hacen los nuestros y malo lo que hacen los otros. Y este principio se aplica tanto si estamos hablando de corrupción o transporte público.

¿Por qué son malos los toros? Porque huele a español. ¿Pero si no olía en tiempos de Companys? Pues ahora sí, ahora nos huele a español.

El cierre de La Monumental representa el mismo problema de la representación política, esencia del sistema de democracia parlamentaria: un diputado por Barcelona no representa a los barceloneses sino a todos los españoles, pues las leyes que promulga afectan a andaluces, canarios y gallegos. La representación la ostenta por una circunscripción pero legisla para todas ellas, ergo todas deben preocuparle por igual. Y si no está dispuesto a ello, no debe cobrar su salario del parlamento español. En todo caso, que se convierta en parlamentario regional.

Pues con los toros lo mismo. Lo que dice sin decir Taurología es que el nacionalismo es un sentimiento y ahí radica su peligro. Los sentimientos cambian y los principios no deben cambiar. Con los sentimientos no se pueden hacer leyes, independientemente de que se trate de un sentimiento mayoritario. No porque margine a las minorías sino porque las mayorías sentimentales dejan de serlo, no en una generación, sino en una tarde. Y entonces, claro está, nos encontramos con el problema de la inseguridad jurídica.

Y eso es lo que quiero decir al animarles a leer Taurología.com. No es una WEB de toros, es una WEB de pensamiento, siendo -y es éste rumor extendido- que hasta los no taurinos piensan. Vamos, de vez en vez.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com