El ministro de Sanidad, el científico Bernat Soria, es un defensor a ultranza de la investigación con células madre procedentes de embriones humanos.
Cuando trabajaba en la curación de la diabetes movilizó a la Federación de Diabéticos, asegurándoles que sus esperanzas de curación estaban siendo arruinadas por motivos religiosos.
El Papa no frenó en seco su brillante carrera. Fueron biólogos de Harvard. En un artículo -publicado en la prestigiosa revista Science, premio Príncipe de Asturias- concluían que las células especializadas obtenidas a partir de células madre no producían realmente insulina, como se había creído, sino que absorbían esa hormona del medio circundante.
Aunque no se han podido diseñar tratamientos experimentales con células madre procedentes de embriones, Soria ha sido el paladín español de la investigación con embriones humanos. Contando con la generosa ayuda del Gobierno central y el de la Junta de Andalucía. Para allanarle aún más el camino, el Congreso aprobó la Ley de Investigación Biomédica, que permite la clonación terapéutica y la utilización de embriones humanos como material de laboratorio.
Pero Soria recibe la llamada del presidente del Gobierno. Y él, un modesto trabajador de laboratorio –como le gusta definirse- que sólo anhelaba continuar sus investigaciones, no ha resistido la llamada de Rodríguez Zapatero.
No han sido las trabas legales, ni religiosas, ni financieras las que le han apartado del laboratorio, sino el atractivo del poder. Y quien solo quería observar por el microscopio, mira hoy sin pestañear hacia las cámaras, escribe Ignacio Aréchaga.
Clemente Ferrer Roselló
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