El Gobierno Zapatero pretende mandar a casa a todos los funcionarios mayores de 58 años (la edad de jubilación en España es, en principio, a los 65). 25.000 funcionarios, los de más experiencia, a pasar el tiempo en casa. Pero ahora no se puede hablar de coste, dado que el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, no ha especificado cómo se hará, aunque está claro que se tratará de prejubilaciones o bajas incentivadas.
La medida es nefasta, porque el gran problema económico de Europa sigue siendo el envejecimiento de la población y, por ello, la imposibilidad de mantener en un futuro cada vez más próximo las prestaciones públicas y, en concreto, el nivel actual de pensiones. En segundo lugar, en los ambientes económicos siempre se ha pensado que prejubilar es como cerrar bibliotecas, tirar por la borda la experiencia laboral acumulada. Por último, y aunque esto afecte poco a la Administración Pública, prejubilar supone precarizar el empleo, en el sentido de que el trabajo del prejubilado es cubierto por jóvenes dispuestos a trabajar más horas por menos dinero. La medida, es, por tanto, nefasta, y el propio Solbes se ha apresurado a lanzar contra Sevilla al secretario de Estado de Economía, David Vegara al que algunos conocen como el hombre tranquilo y otros como el hombre dormido- quien ha retrasado la media hasta el 2007, es decir, cuando los funcionarios de 58 tengan ya 60.
La medida es nefasta, ciertamente, pero inteligente, o pícara, si se prefiere. Porque, aún sin poder precisar el coste, prejubilar a 25.000 funcionarios provocaría un aumento del gasto público y una subida de tipos a largo los tipos clave para la inflación-. Algo terrible en tiempos de la peseta, cuando la subida de tipos la paraba tu moneda pero no en la era del euro común, porque lo que haría España entonces es traspasar el efecto común a la cesta monetaria común, todo el mercado europeo.
Nada nuevo. ¿Por qué se creen ustedes que Francia y Alemania han impuesto la postergación del Plan de Estabilidad europeo, y mantienen déficits públicos por encima de lo permitido por Bruselas (el 3% del PIB)? Muy sencillo, ahora el efecto de sus números rojos no lo sufren sólo ellos, sino toda Eurolandia, por mor de la moneda común. Las penas, de esta forma, se reparten.
No olvidemos que Solbes acaba de romper todo el equilibrio presupuestario de Rodrigo Rato al permitir a las comunidades autónomas que se endeuden siempre que su crecimiento no alcance el 2%. Es decir, Solbes apunta hacia el denostado Keynes. Si no logras crecer, lo que tienes que hacer es que el Estado gaste. Ahora bien, una cosa es que la economía crezca con inversión públicas (haciendo infraestructuras) y otra bien distinta que crezca con el gasto público, es decir con el coste (directo e indirecto, por aquello de que, según sea la prejubilación, la Seguridad Social sufriría la merma de ingresos por cuotas) de enviar a casa a 25.000 funcionarios de sueldo estable y experiencia probada.
Pero aún hay más. El mercado está anunciando una recesión en Europa con el consiguiente descenso del precio del dinero. Aunque el comisario de economía, el español Joaquín Almunia, se empeñe en hablar de una nueva expansión de la economía europea, lo cierto es que los mercados financieros no se lo creen. Así, los tipos a 30 años terminaron el pasado año al 4,14%, mientras que ahora apenas superan el 3,70. Si hablamos de tipos a 10 años, 2004 terminó en el 3,75%, frente al 3,3 actual. Está claro que antes de 2006 no subirán los tipos (es lo que preveían todos los bancos de inversión en enero) y que, por contra, podrían bajar. Son los mismos mercados que tampoco creen al presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, que en la mañana del miércoles 15 volvía a insistir en que no bajará los tipos. Quiera o no quiera, tendrá que hacerlo si la economía europea se desploma.
Tanto es así, tanto apuesta el mercado por una recesión y por un imperioso descenso del precio del dinero (recordemos que estamos en el 2%) que por vez primera en mucho tiempo, la curva de tipos entre 3 y 12 meses se ha invertido.
En resumen, el Gobierno Zapatero y el gobierno de Bruselas pueden decir lo que quieran, pero los mercados no creen en la recuperación económica europea y piensan, precisamente, en más bajadas de tipos para intentar reactivar una economía deprimida y lánguida.