Sr. Director:
Le doy las gracias por haberse ocupado del lanzamiento de Alternativa Española el día antes de la misma, y por defender abiertamente frente a ella la opción por Familia y Vida, a la que en su momento no ocultó a los lectores haberse adherido (y a la que yo y otros miembros de la Comunión Tradicionalista Carlista -que también citas por su nombre- o de AES hemos votado).
Estando entre cristianos sabemos que caben distintas sensibilidades políticas y es bueno que Hispanidad difiera de AES y AES disienta con Familia y Vida. Lo verdaderamente malo sería que unos u otros negaran a los discordantes políticamente su sinceridad católica, cuya buena fe debe presumirse salvo prueba en contrario. No creo que la política de los católicos pase por un partido único de los mismos, sino por alianzas cuyas listas reflejen en cada momento el cambiante apoyo de los votantes a unos u otros partidos católicos.
En primer lugar, no todos, pero mucho más militantes de Fuerza Nueva y la Comunión Tradicionalista de lo que se creen, militaban por móviles católicos en primer lugar. Pasan de media docena los sacerdotes que conozco que recibieron la vocación en sus filas juveniles. Y en sus publicaciones siempre se ha defendido la doctrina de la confesionalidad cuando estuvo 'fuera de moda' durante los decenios de crisis eclesiástica.
Igualmente, es un hecho cierto, que consta en las hemerotecas, que ambos partidos y sus medios libraron batalla desde los años setenta contra la introducción del divorcio, el aborto y otras inmoralidades, casi en solitario.
El patriotismo español que han propugnado estos llamados extremistas siempre ha sido, por lo dicho, de tono misionero y cruzado, es decir de patria conformada al servicio de una Fe común (Reconquista, Evangelización de América, Lepanto, guerras con tinte de cruzada contra las ideologías antirreligiosas de los siglos XIX y XX) y no nacionalista en el sentido de exaltación de una raza. Siempre hemos defendido una España en que convergieron sus regiones en la historia por la Fe común frente al voluntarismo vacío del patriotismo constitucional. Los planteamientos no ya nazis, sino nacionalistas, han sido extraños a esos medios, y su emparejamiento no procede de la realidad objetiva sino de la presentación de los medios de comunicación contrarios, que emparejan hábilmente grupos muy diversos, concordes sólo en ciertos rasgos negativos.
Nuestra Religión está en contra de la fecundación in vitro, aunque parecería una forma de impulsar la procreación y la vida: quiere que la vida se geste en un orden natural. Igual que el niño debe tener apellidos concretos, y no sólo vida genérica, algunos pensamos que el católico en política no debe ser un católico-probeta, puro, apátrida, sin afectos ni adscripciones terrenas, sino un católico con patria, amor santo con tal de que se subordine al religioso y no lo suplante. Los católicos debemos ofrecer al mundo una oferta política integral y no sólo familiarista y vidista y abstencionista fuera de est de hecho, la patria grande es una familia de familias.
En su discurso Rafael López Diéguez aludió a que los subvencionados, por razón de independencia, no deben ser los centros sino los estudiantes. ¿Se parece eso bastante al cheque escolar?
La Iglesia alienta a la caridad con los emigrantes con múltiples exhortaciones, pero no estoy seguro de que haya enseñado nunca como doctrina que la mejor ley de inmigración es la que no existe y que cualquiera puede cruzar las fronteras, establecerse sin más trámite donde le plazca y recibir la condición y ventajas de ciudadano por su libre voluntad y sin contar con la comunidad civil existente. En particular, el cumplimiento de la ley vigente es obligación mínima del huésped, y no parece que el previo comportamiento ilegal deba constituir precisamente un mérito para la legalización automática.
Algunos pensamos, como Hispanidad repite, que hoy en España se debe primar a los inmigrantes de países hispánicos, próximos en valores por igual herencia cristiana; eso sí, concluimos naturalmente de ello que la inmigración musulmana no debe ser preferente (preferencia para todos es una contradicción, preferir y postergar son inseparables), ni alentada, y si vigilada por defensa de la identidad católica de España -esas raíces tan deterioradas- y por el peligro de amparar o engendrar yihadistas (todo seguidor del Corán puede en un momento dado ser coherente con él). No expreso prevención racial contra los inmigrantes en general. No importa el color o la talla de los ecuatorianos, sí preocupa la agresividad latente, por causa de su doctrina religiosa, en los mahometanos no más morenos que el español corriente.
Los llamados extremistas de derecha han sido siempre reacios a convertir el mercado en un dogma en detrimento de la protección al obrero. En sus fuentes -y sus actos- no han sido derechistas en materia social, sino al contrario.
Entiendo que AES nace como un intento post-2000 de hacer una política de derecha católica (¿sólo será lícita entre católicos una expresa simpatía con la izquierda?) procurando desprenderse de afectos que ya son del pasado, y a costa de las desaprobaciones de los apegados al identitarismo de partidos o escuelas.
El contingente fundacional de AES puede aportar algo muy necesario en este tiempo de persecución: y es el temperamento luchador y no vergonzante de muchos simpatizantes, probado durante lustros en los antiguos, y compartido por gentes nuevas sin complejos de desafiar lo políticamente correcto, el conformismo del mal menor PP, etc. Ese carisma que rezuma Hispanidad, y que desgraciadamente aún abunda poco.
Aprecio Hispanidad y me consta que son lectores y seguidores diarios entusiastas muchos que se encuentran en la línea de AES o la CTC. Encuentro muy caballeroso el haber comentado el lanzamiento de AES de frente, oponiendo al en algún modo competidor razones, y no el silencio artero que Hispanidad ya ha padecido y padece. Venidos de distintas procedencias coincidimos en el Pueblo de Dios, aunque nos cueste reconciliar sensibilidades o herencias. En AES aspiramos a que se aprecie lo mucho que hemos meditado algunos católicos, derechistas de antiguo, sobre lo importante, y lo más importante, sobre lo conveniente y lo posible, queriendo salvaguardar siempre la primacía de los Derechos de Dios. Estamos seguros de que sin prejuicios la discrepancia recíproca, paralela a la admiración, no impedirá el entendimiento suficiente mucho antes de la reunión definitiva y plena en la corte de Cristo Rey.
Gracias muy sinceras por la trayectoria del diario, y en particular por la abierta, y por ello caballerosa, discrepancia de anteayer.
Luis María Sandoval
lsmp@wanadooadls.net