Sr. Director:

Cada vez son más las rumanas que se pasean por nuestras calles, con sus niños en brazos, pidiendo dinero. A mí, como a tantos ciudadanos, me resulta verdaderamente tedioso. Hacen que te sientas mal por no darles un euro, y lo que es peor, te obligan a agachar la cabeza y mirar al suelo. Ayer me fijé en una de ellas. No tenía niño a la vista, pero sí un considerable bombo. Tenía un aspecto saludable, y se me ocurrió una idea realmente genial. Con la cantidad de personas que están esperando en los hospitales a que alguien les done un órgano, ¿por qué no coger a todas las rumanas y aprovechar los suyos? Cada una de ellas podría aportar dos riñones, una médula, un páncreas, dos pulmones, un hígado, y por supuesto un corazón. De esta forma mataríamos dos pájaros de un tiro. Por un lado, eliminaríamos el problema de los rumanos, que con su lacra de pobreza tanto nos molesta. Por otro, salvaríamos, o al menos mejoraríamos la calidad de vida de tantos españoles que tienen derecho a ello. Suena terrible, ¿verdad?

Pues eso es precisamente lo que el doctor Bernat Soria, con el beneplácito del Sr. Zapatero, está haciendo con tantos embriones humanos, es decir, personas humanas a las que está matando para salvar la vida, o al menos mejorar su calidad, de otros que dicen tener derecho a ello. Sólo hay una diferencia. Con los restos de las rumanas (brazos, piernas, cabeza) no sabríamos qué hacer, y si alguien los viera diría que qué atrocidad se está cometiendo. Sin embargo los embriones humanos desperdiciados no dejan apenas rastro, y por tanto no llama la atención. También hay otra diferencia. Lo de las rumanas soluciona eficazmente dos problemas de nuestra sociedad actual. Sin embargo, ya se ha demostrado en EE.UU. que la utilización de embriones humanos para hacer cremas faciales es muy eficaz, pero que en medicina es mucho más efectivo el uso de células madre adultas, aunque el doctor Bernat Soria creo que no debe estar muy bien documentado.

Ana Natera Ruiz

 

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