Suelo leer habitualmente con gusto sus cartas, y en esta ocasión, quiero felicitarle por la que escribió ayer día 21 de abril, sobre la alternativa positiva contra el aborto, que es la proposición de establecer un salario maternal para las mujeres que van a ser madres, para ayudarles a que no aborten y puedan tener al hijo que están gestando.
En efecto, la maternidad es una gran riqueza tanto personal, para la mujer que accede a ella, como para la sociedad en la que vive. Sucede que a veces, los hombres en esto de la procreación, sobre todo en la adolescencia y en la juventud, somos bastante irresponsables; se quiere pasar un buen rato con ellas, para luego huir y desentenderse de las consecuencias, cuando no se les obliga a que tomen la píldora abortiva o se opta por el preservativo.
Estoy de acuerdo en que antes, o a la vez que se prohíba el aborto como lo que es -un crimen nefando-, se debe ayudar a la mujer embarazada, en todos los aspectos que Vd. menciona: manutención, residencia y ayuda social, especialmente para todas aquellas que lo necesiten realmente, como adolescentes, con maridos en paro, abandonadas por el progenitor, etc., puesto que hay otras mujeres Registradoras de la Propiedad, Juezas, Médicas, Empresarias, etc. que no necesitan ninguna ayuda, porque sus sueldos y su situación económica, les permiten hacer frente holgadamente a esas eventualidades.
Reconozco que hace algún tiempo que vengo pensando en la necesidad de esa solución, que debería ser financiada por la Seguridad Social, que yo llamaría Seguro de Maternidad , por lo que me ha alegrado mucho constatar por escrito que no soy el único al que se le ha ocurrido esa posibilidad, como algo real y auténticamente beneficioso para las mujeres y para la sociedad.
Habría que extender la idea entre todas las personas de buena voluntad, para que llegase a ser una auténtica demanda social, que obligase a los Partidos políticos a plantearla en sus programas. Se trataría de proteger eficazmente a la mujer que va a ser madre y se encuentra con graves dificultades, sola o desamparada, para que tuviera el niño en las mejores condiciones. De establecer después un salario para cada madre, de acuerdo con sus necesidades y circunstancias, las personas que debe atender, marido, hijos, padres, hermanos, discapacitados, sus posibilidades económicas, etc. De ayudarle a dar al niño en adopción o acogida, según los casos, a otras familias; todo antes que asesinarlo en el vientre de la madre. No podemos acostumbrarnos a leer y saber que en España se practican cada año unos 70/80.000 abortos. Es un genocidio continuado que clama al Cielo.
Roberto Grao Gracia
rgrao@auna.com