Un alma ingenua me escribe que la verdadera "blasfemia" es aquella que atenta contra los derechos humanos. Este empeño por humanizar a la divinidad y divinizar al hombre es viejo en el tiempo. Nuestros primeros padres, aquellos Adán y Eva, saben mucho de esto, tras sufrir "el desgraciado incidente de la manzana, que diría Chesterton. Pues bien, particulares, empresas y hasta la misma Casa Real española, les han dado por felicitar la Navidad con un Christmas laico, sustituyendo a las figuras del Belén por ellos mismos. Desaparecen el Niño Jesús, la Virgen María, San José, el ángel anunciador, los pastores, los Reyes Magos, Herodes, es decir, los protagonistas de estas fiestas y de millares de obras de arte, y se contemporaniza la cuestión. Por ejemplo, en la felicitación navideña de la Casa Real nos encontramos con trece personajes. En el centro, SS.MM los Reyes de España. Justo debajo, los príncipes herederos, don Felipe y doña Letizia. A la derecha. Los Urdangarín Borbón, con sus tres retoños; a la izquierda, los Marichalar Borbón con sus dos peques. ¿Hay algo en la tarjeta que recuerde a la Navidad? No exactamente, aunque, como afirma Eva Lootz, la artista austriaca contratada por el alcalde madrileño, Alberto Ruiz-Gallardón, para engalanar la vida capitalina, la Navidad está de forma subliminal. La tarjeta regia es es subliminal.
Y así, pasito a pasito, vamos democratizando la Navidad, que ya era hora. Los gestos son mil. Por ejemplo, los Príncipes de Asturias se niegan acudir a cualquier acto con la más mínima connotación religiosa. Así, se negaron a inaugurar el Centro de Investigación Médica de la Universidad de Navarra porque el obispo de Pamplona iba a bendecir las instalaciones, así que el prelado se tuvo que fastidiar e ir 24 horas antes. Por ejemplo, ni sus Majestades, don Juan Carlos y doña Sofía, ni el Príncipe heredero, don Felipe de Borbón, han acudido a los actos conmemorativos del V Centenario de la muerte de Isabel la Católica, aquella reina que terminó con la esclavitud y forjó la Hispanidad, ejemplar colonización de un mundo. Es decir, que ni el Rey ni el heredero han tenido tiempo para festejar a la mujer que creó la España sobre la que reinaron sus antepasados.
Quizás porque hasta ahora el presidente de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones era el catedrático, Luis Miguel Enciso, antiguo ucedero, mientras que ahora los socialistas han colocado al frente a José García Velasco. ¿Quién es García Velasco? Pues de su historial poco se sabe, pero debe ser importante, porque SAR Felipe de Borbón, acompañado de doña Letizia Ortiz (es sabido que en cuanto oye hablar de cultura, doña Letizia se da por aludida), acudió a la despedida de Velasco como director de la Residencia de Estudiantes, que eso sí que es una institución de lo más progre. Para recordar a Isabel la Católica no hay tiempo, quizás por ser católica. Ahora bien, para García Velasco, la Residencia de Estudiantes y otras actividades culturales políticamente correctas, lo que sea menester. Lo que me extraña es que aún no hayan rendido homenaje a Jesús Polanco acudiendo al Círculo de Bellas Artes. Y esto es bello e instructivo, porque, de este modo, no creo que los chicos de Polanco, y de Esperanza Aguirre (Polanco dispone y Aguirre paga), se abstengan de hacer coincidir la presencia de los Príncipes de Asturias con la representación o exhibición de alguna obra blasfema, que tampoco hay que pasarse. La Monarquía de todos no debe coincidir ni con los obispos ni con las blasfemias: debe estar en el punto medio, que es donde está la virtud... de no mojarse en la ducha.
Pero a lo que estamos Matilde, que se nos va la tarde: estamos en que hay que democratizar la Navidad, haciéndola pluralista. Por tanto, cualquier majadero, por ejemplo el "tonto del Bisbal", puede aparecer en un Belén colgado de un árbol de Navidad (no del cuello). Lo que no puede aparecer en Navidad es, naturalmente, el redentor, cuyo nacimiento festejamos, el de sus padres... o sea, en una Navidad democrática lo que no puede aparecer es la Navidad.
Es decir, que empezamos por democratizar la Navidad y acabamos por democratizar la Monarquía. Ahora que lo pienso, no sé yo si Sus Majestades habrán caído en ello. Pero eso viene luego : lo principal es hacer una Navidad sin Cristo, una religión sin Dios y un Belén sin Niño Jesús. Tarea ardua, tarea difícil, tarea de Reyes.
Eulogio López