Especialmente por el probablemente con el que se pone en solfa la existencia de Dios. Como decía Chesterton, los nabos son especialmente tolerantes y la alcachofa y la zanahoria viven a gusto en su duda permanente. Que un hombre sobreviva en esa misma indolencia, sin resolver la cuestión de qué puñetas va a ser de mí cuando me muera resulta más compleja, a no ser que el susodicho piense exactamente lo mismo que una zanahoria.
No, los ateos son gente simpática, gente que ha tomado aun decisión -a pesar del progre probablemente-, personas de una pieza. Temo por ellos pero no me cabrean. No, el verdadero enemigo de la Iglesia son los Reyes Magos Verdes que propone el alcalde Gallardón. Un ateo decente, en calidad de alcalde de Madrid o concejal de festejos, simplemente hubiera prohibido la cabalgata como símbolo oscurantista pernicioso para las mentes jóvenes, pero no habría convertido a sus Majestades, Melchor, Gaspar y Baltasar, en apóstoles del millonario Al Gore y su lucha contra el calentamiento global. Eso es cosa de los progres, los ateos son gente mucho más seria.
El peligro está en Madrid, no en Barcelona. El progresismo es mucho más peligroso porque no pretende destruir la Iglesia, sino conquistarla desde dentro, convirtiendo a Cristo en una teósofo de la Fraternidad (¡Cosas veredes Sancho: hermanos sin padre!), a la familia de Belén en arquetipo del hijo único y a los Magos de Oriente en guardianes de la capa de ozono.
En cualquier caso, estos horteras progresistas no podrán -nunca han podido- desbancar a Sus Majestades, que no son papásnoeles, sino personajes identificados en la historia, en el libro más documentado de todos -la Biblia- y, lo que es más riguroso que cualquier documento, la tradición oral y la tradición.
Desde luego, hoy lunes, cuando la noche caiga servidor pondrá sus zapatos bien limpios y espera no verlos mañana martes, enterrados como estarán entre un sinnúmero de presentes (yo soy así). Esto es mucho más importante que los autobuses metropolitanos de Barcelona. Y recuerden: el enemigo está en Madrid, con los Reyes Magos Verdes, una mariconada de proporciones cósmicas.
Eulogio López
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