Un amigo argentino, de paso por España, me asegura que en nuestro país no sabremos lo que es crisis hasta que no veamos a los más pobres hurgando en los cubos de basura en busca de comida, como ocurre cada día, sobre todo cada noche, en el gran Buenos Aires, la zona más rica de Argentina.
Ahora bien, en Europa, la crisis se llama paro, y en España somos los campeones del desempleo de toda la Unión Europea, 500 millones de habitantes. Y ojo, una reforma laboral no crea empleo, sino que limpia las estadísticas, porque aflora la economía sumergida. Empleo hay el que se necesita, y si la economía no crece, no se crean puestos de trabajo.
Ahora bien, una reforma laboral en condiciones ayuda. Es una ecuación muy sencilla: despido libre a cambio de salarios dignos. Con el primero se evita la economía sumergida, el miedo de los empresarios a contratar y se fuerza al trabajador a aumentar su rendimiento porque sabe que tendrá que justificar su trabajo. A cambio de esa inseguridad en el empleo, el trabajador tiene derecho a que su trabajo esté bien remunerado, lo cual significa que no se vea obligado a buscar un segundo empleo para mantener a su familia. Lo que acabo de describir no es más que el modelo norteamericano, donde el empresario despide sin dar explicaciones de por qué lo hace pero donde se valora mucho más que aquí, tanto el trabajo como su coste en salario. Vamos que en Estados Unidos se paga mejor que en España que, por cierto, es el país de Europa en el existe más desempleo y en el que se cobra menos de todo nuestro entorno, excepción hecha de los antiguos países comunistas, sumidos en la pobreza.
La relación entre despido libre y salario digno es llamativa. Ejemplo: dentro de la Unión Europea, el país (al menos el país importante) que mantiene un sistema más parecido al despido libre es el Reino Unido. ¿Saben cuál es el país de Europa occidental con mayor salario medio, sólo por detrás de Dinamarca? Acertaron: el Reino Unido, donde la gente cobra el doble que en España.
Y no se crean que estoy defendiendo las tesis de la patronal CEOE. Es verdad que los empresarios quieren el despido libre, pero no quieren salarios dignos. Con el actual sistema tampoco les va tan mal: les cuesta despedir pero pagan salarios de mera subsistencia. Y a los sindicatos tampoco les va mal el actual sistema. No sólo por las subvenciones publicas de las que viven (por mucho que se chulee el señor Toxo, sin el Estado los sindicatos se hundirían al igual que esa otra patronal llamada cámaras de comercio). Consiguen estabilidad en el empleo para sus afiliados los que menos se lo merecen, dado que son funcionarios y trabajadores de grandes empresas en sus mayoría- a cambio de comportarse de forma responsable y vender moderación salarial, es decir, el mantenimiento de salarios de subsistencia. Vamos, el esquema del esclavo vago, del hombre que no está dispuesto ni a arriesgar ni a mejorar.
Lo que sobre en el siglo XXI son las patronales y los sindicatos, verdaderas maquinarias de gasto y de obstrucción a la creación de empleo. La excusa de que vertebran la democracia ya no cuela. Patronal y sindicatos no vertebran la democracia, bloquean la economía. Para un sistema laboral justo basta con el BOE.
¿Que cómo se logran salarios dignos, especialmente en la pequeña empresa? Elevando el salario mínimo que marca, induce e indicia con perdón por este neologismo inventado por el idioma economiqués- el resto de la escala salarial. Si el portero de finca cobra 1.000 euros, el administrativo no puede cobrar 1.000 euros. Por el contrario, hay que terminar con el puesto seguro del funcionario al tiempo que se paga más al empleado público cualificado. ¿Que cómo se camina hacia el despido libre? En primer lugar, con la reducción de todos los contratos laborales a uno solo, el contrato indefinido. Y anualmente, eliminando la causalidad en el despido. El juez no tiene que decidir cuándo un empresario necesita un trabajador, sino cuándo un empresario explota a sus trabajadores, que es distinto.
Despido libre y salario digno no sólo es el signo de los tiempos, hacia donde caminaremos antes o después. Es, sobre todo, el sistema más justo.
Mientras tanto, con esa profundidad que le caracteriza, nuestro ZP asegura que busca una reforma laboral donde los trabajadores tengan más estabilidad y los empresarios más posibilidades de contratar. Pues mire por dónde, esos objetivos, tan eufónicos, es lo que no debería buscar.
Y de paso, reduzcamos los impuestos laborales, porque el Gobierno tiene mucha cara: pide a los empresarios y sindicatos que cedan, pero él no cede un ápice en su negociado. Los necesita para certificar el maligno sistema del Zapaterismo que, en lugar de buscar salarios buscas subsidios, mucho más útiles para captar votos cautivos. Porque, no nos engañemos, el hombre que con su esfuerzo se gana un salario digno es mucho más libre y menos esclavo del Gobierno.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com