La ideología de género triunfa en el mundo. En efecto, como asegura Notivida el feminismo ha conseguido convertir la lucha de clases en lucha de sexos y tanto en una como en otra, todo vale.

Pero el feminismo, la ideología más nociva inventada en el siglo XX, ha provocado un tornado aún más destructivo: el ensoberbecimiento de la mujer. Un estudio teológico reciente aseguraba que los hombres se confesaban primordialmente de eso que están ustedes pensando mientras que las mujeres lo hacían de soberbia, que no deja de ser el primer pecado capital. Y esto tiene su enjundia, por cuanto la principal virtud de la feminidad es la humildad.

¿Podemos decir, que feminismo y feminidad son, por tanto, contradictorios? Y con toda paz, oiga usted. Hasta tal punto es así, que todo el discurso feminista juega con la confusión entre los conceptos de servicio y sumisión: ¡Nunca más sumisas! braman las feministas en un grito que recuerda la ironía de Chesterton: Miles de mujeres gritan: no queremos que nadie nos dicte lo que hemos de hacer; y acto seguido van y se hacen dactilógrafas. Es el viejo refrán castellano: Quien no vive para servir no sirve para vivir. Ni que decir tiene que el acto de servicio más egregio, la maternidad, es el más combatido por el lobby rosa (aunque ahora la concreción cromática se la están arrebatando los gays). Porque pocas entregas, pocas donaciones, pocos servicios, tan claros como el de la apertura a la vida.

Vida y familia, porque la pareja no puede consistir ni en la sumisión de la mujer al hombre ni en la del hombre a la mujer, sino en la recíproca sumisión que planteaba Juan Pablo II, el Papa del genio femenino.

Y a todo esto, ¿quién va a salir perdiendo en esta estúpida lucha de sexos? Pues la mujer, naturalmente. A pesar de que la progresía ha puesto a servicio del lobby feminista toda la fuerza del Estado, cuando se confunde servicio con sumisión y donación con esclavitud, cuando, en definitiva, la violencia sustituye a la colaboración, hasta en la era de los misiles atómicos lo que se impone es la fuerza bruta. ¿Qué esperábamos? Cuanto más avanza la ideología de género y el feminismo de gobernantes como ZP, más se cosifica a la mujer como objeto de placer y más se somete a los esquemas masculinos, más aumentan las agresiones sexuales y la violencia contra la mujer. ¿Podía esperarse otra cosa?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com