Pero lo peor de ZP no es que sea un incapaz, sino que todo el mundo sabe de su inutilidad menos él mismo quien, por contra, se considera uno de los faros de la civilización.
Su capacidad para dar lecciones a Gordon Borwn con su espíritu de bobería solemne (sin duda la mejor definición realizada jamás por don Mariano Rajoy). El mayor inútil que haya visto la memoria española en Moncloa es quien imparte lecciones desde la tribuna y sermonea desde el atril. El maestro ciruela, el que no sabía leer y ponía escuela. Ningún país, salvo España, aguanta un presidente del Gobierno tan ignorante y tan engreído, todo a un tiempo. Un verdadero desastre con patas. Si piensan que exagero, formúlense la siguiente pregunta: Si usted fuera empresario, ¿contrataría a ZP como gerente? No deja de ser una maldición de la política española que ninguno de sus líderes políticos hayan realizado carrera empresarial. Por lo general, han pasado de la escuela a la política.
Los Presupuestos 2010 no son más que una muestra de negligencia y mentira, mitad por mitad. ZP, inasequible a la autocrítica, insiste, coreado por Salgado, esa mujer que se sentaría sobre un cubo de hielo si así se lo piden sus superiores, en que no son unos presupuestos para sacar la cabeza del agua, sino que son los mejores presupuestos, aunque sabe -¿lo sabe?- que acabarán por hundir a España en el fondo del pozo y hasta en el pozo del fondo. O como me dijo un taxista días atrás: Hemos tocado fondo, sí, pero todavía podemos caer más bajo: podemos escarbar.
Pero es que, además, el amigo ZP es rencoroso. Un personaje que vive en 1936, en el resentimiento hacia todo aquel que tenga algo que ofrecer, que es lo que les ocurre a todos los relativistas: no es que no crean en la verdad es que odian a quien crea en algo, en lo que sea, a quien tenga un punto de apoyo. ZP parece el hombre de la libretilla, que, como el genial matón de El Hombre tranquilo, va apuntando nombres de posibles ofensores en su libreta de resentimientos. Si hay algo que saca de quicio a ZP es que le ridiculicen. El ex ministro Carlos Solchaga, su correligionario, lo hizo recientemente: no se lo perdonará.
Y hará cualquier cosa para mantenerse en el poder. Por ejemplo, el mayor escándalo del Zapatismo consiste en la utilización espurio de policías y jueces contra el Partido Popular. Me alegro de que todo corrupto sea castigado, pero no me puedo alegrar del Estado policial creado por el ministro Rubalcaba, verdadera perversión del sistema democrático. Rasputín Rubalcaba hubiese triunfado en la URSS de Stalin.
Frente a ZP mentiroso, rencoroso y siniestro tenemos al rey de los frívolos: a Mariano Rajoy. Uno de sus compañeros de colegio le preguntó un día si realmente aspiraba a La Moncloa o se conformaba con ser el jefe de la oposición. ¿A ti qué te parece?, respondió el aludido con sorna galaica pero sin aclarar la cuestión.
La derecha española es pagana y, por pagana, frívola y acomplejada. A su cabecera pululan líderes -y líderas- que están ahí porque cayeron en zona nacional, pero que cumplirían el mismo papel en zona republicana. La derecha española ha abandonado los principios cristianos que la forjaron y ahora vegeta en lo políticamente correcto.
El futuro político de España no pasa por la regeneración del Zapatismo, porque eso no es posible. Lo único que podemos hacer con esta plaga sobrevenida es esperar que pase y aniquilar cualquier intento de procreación. Pero sí tenemos que ser conscientes de que la regeneración política empieza por la muerte del PP y su resurrección en una nueva formación original, es decir, fiel a sus orígenes. Empecemos por jubilar a Rajoy a su plana mayor de frívolos contumaces: Cospedal, Soraya, Pons, Arenas y Cía.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com