Los dos grandes grupos de la cámara se pusieron de acuerdo para la reforma constitucional y sumaron 316 votos incontestables. El compromiso de déficit se incluirá en la Constitución, aunque no está previsto qué ocurre si se incumple y ni siquiera se fija un límite verificable. Es uno de esos brindis al sol que tanto gustan a los mercados.
No obstante, ha dado margen para que los minoritarios reclamaran su derecho a ser escuchados y se quejaran porque otras enmiendas no hayan sido incluidas. Cuestiones de vital importancia para la economía nacional, como el establecimiento de una república o el llamado "derecho de autodeterminación", no han tenido cabida en esta reforma.
En estos días se ha podido ver a Llamazares estrenando cartelito en la solapa. Como ya hiciera con el olvidado "No a la guerra", el líder parlamentario de IU reclamaba un referéndum, a pesar de que éste no es preceptivo, según el propio texto constitucional.
Pero, además, Llamazares ha impedido en la Mesa del Congreso que llegara a votarse la enmienda por la que CiU podría haber apoyado la reforma y que incluía el reconocimiento de la capacidad definitoria de las autonomías sobre su déficit.
En la votación se produjeron algunas anécdotas significativas. Por ejemplo, la ausencia del 10% de los diputados tras haber abandonado el hemiciclo los miembros de ERC, ICV, BNG y NaBai, además de otros tres diputados del PSOE. Los socialistas José Antonio Pérez Tapias, Manuel de la Rocha y Juan Antonio Barrio de Penagos prefirieron ausentarse en lugar de votar en contra, como hizo su compañero Antonio Gutiérrez.
Los cinco votos en contra los completaron los dos diputados de Coalición Canaria, la líder de UPyD, Rosa Díez, y el diputado socialista José Manuel Bar Cendón. Este último se equivocó al pulsar el botón, lo cual ha acentuado las dudas sobre los requisitos que se necesitan para representar a los españoles en la Cámara Baja.
Rodrigo Martín
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