Chiesi constituye, junto a la germana Bayer -compradora de Schering, fabricante de la Postinor- y la norteamericana Wyeth (60.000 millones de capitalización, oiga usted), la mayor fabricante de anticonceptivos del mundo -todos ellos con posibilidad de resultar abortivos- los campeones del crimen organizado y legal.
Chiesi, en concreto, le va muy bien en España. Por ejemplo, acaba de lanzar -en tiempos de crisis como los actuales- una intensa campaña bajo el epígrafe Chiesi España reivindica su I D. No menciona su producto más rentable, la Píldora del Día Después (PDD) Norlevo, claro está, porque una cosa es defender la libertad sexual y otra cosa presumir de haber experimentado en los últimos años un crecimiento espectacular... en España hemos pasado del puesto 98 al 35... por facturación. Un éxito.
Dime de qué presumes y te diré de qué adoleces, asegura el proverbio. Pues nada más demostrable. Ojo al dato: el único ladillo -sí, ladillo, o epígrafe periodístico, no ladilla- del spot de prensa se denomina Valores Empresariales. Ahí se nos asegura que más de 300 investigadores se dejan la piel en tareas tan humanitarias como el combate contra el asma, enfermedad que provoca 220.000 muertes anuales, algo que hiere profundamente a los directivos de Chiesi.
No falta la muy loable preocupación de Chiesi por el medio ambiente y su preservación. En este punto, como recordaba la vieja pintada callejera, los rectores de Chiesi no aceptan medio ambiente: lo quieren entero: La firma, siguiendo las directrices de los tratados de Tokio y Montreal ha realizado grandes esfuerzos humanos y económicos para desarrollar productos financieros administrados en aerosol libres de CFC, propelente dañino para la capa de ozono. Y luego dirán que la industria anti-baby no se desvela por la raza humana.
Es muy probable que los directivos de Chiesi, especialmente los responsables de reputación -con perdón- corporativa sean de los que se hacen daño al andar, dado que no pueden evitar pisarse la cara, tan enorme ella. Por tanto, la única propuesta debe ser el consumo inteligente: no consumir fármacos o productos de Wyeth, Bayer o Chiesi. Especial responsabilidad tienen médicos y farmacéuticos, porque el paciente, por lo general, compra lo que le dicen.
Y no tan siquiera sirve aquí la excusa de que el vendedor de cuchillos no es responsable del uso que un homicida pueda hacer del artículo. Un cuchillo tiene muchas utilidades además de la de matar: los anticonceptivos -todos los que están en el mercado actualmente pueden resultar abortivos- tienen un objetivo inequívoco. No sirven para otra cosa que no sea matar.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com