Ocurrió en el restaurante madrileño Horcher, en parte ya ha sido contado por el periodista Jesús Cacho pero otra parte no. Jesús Polanco comía con unos amigos, y en una mesa próxima había varios miembros del Partido Popular, entre ellos el portavoz parlamentario Eduardo Zaplana. Se establece una conversación breve, sin mucho fundamento, pero hay un momento, al decir de uno de los compañeros de mesa de Zaplana, en el que Polanco adopta el aire de maestro severo y acusa directamente al dirigente levantino de perseguir a PRISA, entre otras cosas en el asunto de la conversión de Canal en un canal en abierto.
-No, Jesús, se disculpó trémulo, Zaplana- son iniciativas de mi jefe responde, en referencia a Mariano Rajoy.
Pero el editor, desde su profunda humildad, no estaba dispuesto abandonar la presa:
-No Eduardo, no. Porque yo hablo mucho con tu jefe, y me dice otra cosa, me dice que son iniciativas tuyas.
En lugar de retarle a que demostrara su acusación, si es que de una acusación se trataba, el representante del pueblo soberano insistió en disculparse con media sonrisa conejil, pero sin mucho éxito entre la audiencia, prepotentes los acompañantes de don Jesús, avergonzados los de don Eduardo.
Y la pregunta que queda en el aire es: ¿el presidente del primer partido de la oposición también se disculpa ante Polanco por tratar de impedir que el hombre más poderoso de España se sitúe no al margen, sino justo por encima de la ley?