Eran muy finos. Habían determinado que no existía evidencia de que la marcha convocada por 40 jóvenes de izquierdas y abertzales fuera convocada de facto por Batasuna. Serán los únicos para los que no había evidencia, porque la ciudadanía española en general y el nacionalismo vasco en particular sabían perfectamente que Batasuna estaba detrás de la convocatoria. Todos, menos los jueces, que en este caso no se atrevieron a correr el velo.
Y eso que Antonio Basagoiti (PP de Bilbao) había descubierto que cinco de los convocantes habían estado en las listas de Batasuna en 1999. Casualidad. Tan casualidad como que uno de los detenidos por los incendios gallegos había estado en las listas del PSOE. De relleno, dicen los socialistas. Casi peor.
Que estos chicos de la gasolina hubieran formado parte de Batasuna no es una evidencia ni para el Fiscal General del Estado, Cándido Conde Pumpido, ni para el juez que ha instruido el caso, Santiago Pedraz. Posteriormente, si se revelan las evidencias, dice el juez, quedará suspendida de inmediato. Pues héte aquí que los envalentonados representantes de Batasuna anuncian que asistirán y que en la noche del jueves al viernes aparecen carteles de Batasuna ya sin rubor- convocando la marcha. ¿Cómo se le queda ahora el cuerpo a Pumpido y Pedraz? ¿A que ahora no hay lo que hay que tener para prohibir la convocatoria?