Que Dios perdone y bendiga a todos los enterradores de belenes que, bien madrugando, bien trasnochando, pertrechados con su provisión de bolsas de basura, desmontaron el belén puesto por infantiles manos. Que Dios les bendiga y perdone la aviesa sonrisa con que, acaso el último, procedieron a meter en la infamante bolsa al Niñico con su cuna. Que Dios les perdone y bendiga todo, desde la sonrisa interna con que dejaron hacer a los constructores del belén, hasta la cara de satisfacción con que contestaron a quienes vinieron a pedir explicaciones, recreándose en la infelicidad ajena.
Que Dios perdone y bendiga a todos los diseñadores de luces laicas para celebrar la Navidad, eludiendo motivos alusivos al Nacimiento, cual si de fiesta mundana cualquiera se tratase, ignorando la causa y procedencia del evento. Que Dios bendiga y perdone su insolencia de artistas y la usurpación que hacen del espacio espiritual ajeno a sus designios, que profanan sin escrúpulo alguno.
Que Dios bendiga y perdone el poco valor de quienes, profesando la fe católica, ordenan postales de palacios nevados y postales de niñas apostando por la Navidad Internacional, llena de papasnoeles y motivos rojos. Que Dios bendiga y perdone tal apostasía ocasional y abreviada, y no les tenga en cuenta el ejemplo que podían haber dado a todos, de fidelidad a lo propio, compatible con el respeto a los demás.
Que Dios perdone y bendiga a los profanadores de belenes, que ejercen su gracia llenado de figuras apócrifas, con ánimo insultante y denigratorio, los belenes que desprecian. También, que Dios bendiga y perdone a los que, aprovechando las horas en que otros duermen, injurian y destrozan los belenes públicos, porque dan en confundir envidia con justicia, ejerciendo una suerte de desdichada venganza vacua.
Que Dios perdone y bendiga a todos los que militan en el odio a la tradición cristiana, programando cabalgatas infantiles sin la gracia del momento, como si de parque temático ambulante se tratara, escondiendo a los Reyes Magos, y exaltando toda otra suerte de tópicos y emblemas infantiles, a fin de arrancar la tradición navideña, que es un invento católico.
Que Dios bendiga y perdone a todos los hacedores de villancicos irrespetuosos e insultantes, preñados de rimas escatológicas de toda suerte, autocelebrando su tonto ingenio, desgraciadamente desperdiciado, y pretendiendo que se lo celebremos los demás.
Que Dios perdone y bendiga, en fin, a todos los que descreen de la Navidad, y, entienden su laicismo como desprecio de la Religión Católica.
Y que San Francisco de Asís, hombre bueno e inventor de belenes y villancicos, sea el abogado defensor de todos cuantos he nombrado. Y pues que el Cristianismo es la sola religión, ideología, sistema político o cosa que incluye el perdón en sus fundamentos, tengan este valedor. Que, a los demás, acaso nos baste con el respeto al prójimo para alcanzar el mismo perdón, que de seguro, tanto necesitamos como ellos.